Lecciones económicas para México

A la clase gobernante mexicana, en su nuevo afán reformista y modernizador, no le caería mal repasar algunas obras de Becker para reevaluar sus iniciativas.

En días pasados, Miguel Mancera, jefe de Gobierno del DF, propuso incrementar el salario mínimo a 171 pesos diarios. 

En su obra, Becker señalaba que en la práctica los salarios están relacionados con la productividad del trabajo, y esta a su vez con la acumulación de capital humano del trabajador (es decir educación, experiencia, capacitación adecuada, habilidades, etc.). 

José Luis Tamez José Luis Tamez Publicado el
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A la clase gobernante mexicana, en su nuevo afán reformista y modernizador, no le caería mal repasar algunas obras de Becker para reevaluar sus iniciativas.

En días pasados, Miguel Mancera, jefe de Gobierno del DF, propuso incrementar el salario mínimo a 171 pesos diarios. 

En su obra, Becker señalaba que en la práctica los salarios están relacionados con la productividad del trabajo, y esta a su vez con la acumulación de capital humano del trabajador (es decir educación, experiencia, capacitación adecuada, habilidades, etc.). 

De manera que un aumento artificial (a través de algún decreto o ley) solo distorsionaría a la alza de forma nominal los salarios, pero no de forma real. 

Si no hay un aumento en la productividad, los aumentos salariales se traducirán solo en mayores costos para las empresas, mismos que absorberá el consumidor en forma de aumentos en los niveles precios.

Lo último mermaría el aumento en bienestar que pudiera producir el incremento salarial e incluso reduciendo el poder adquisitivo de los trabajadores.

Becker era tajante al afirmar que el adelgazamiento del aparato burocrático se traduciría en menores tasas de corrupción. Regulaciones como los controles en precios, que dan a la autoridad una facultad discrecional para definir “precios justos”, son ejemplos de un Estado más “obeso” que da pie a situaciones de corrupción.

En cuanto al tema del crimen su conclusión era simple: lo más importante es la probabilidad de atrapar a quien delinque y no la magnitud del castigo.

Cuántas veces no hemos escuchado los aumentos de multas, castigos y hasta la pena de muerte propuestos como mecanismos para combatir el crimen.

Mientras en México la mayoría de los crímenes no sean denunciados por temor o por simple presunción de la incompetencia de nuestras autoridades y no se atrape a los infractores, la cosa no va a cambiar.

La lección más importante que pudo haber dejado Becker es la de reafirmar que existe un círculo vicioso entre el crimen y el bajo crecimiento.

Un bajo crecimiento no engendra oportunidades laborales, lo que significa que los individuos pueden caer en actividades delictivas en su búsqueda de hacer más rentable su tiempo.

Mayor crimen y menores ingresos en las familias se puede ver traducido en menor tiempo y recursos invertidos a la educación. Una sociedad con escaso capital humano es una sociedad poco productiva, que no genera oportunidades ni crecimiento.

En este sentido, son desafortunadas las declaraciones del secretario Luis Videgaray cuando afirma que la disminución en el crimen se ha traducido en mayor crecimiento para el país. 

Su premisa de que existe una relación entre las variables es correcta. No así su premisa de que ambas variables estén teniendo el mejor de los desempeños. 

El aumento en las estadísticas de secuestros y extorsiones, los casos de Tamaulipas y Michoacán, así como las revisiones a la baja en los pronósticos de crecimiento, lo contradicen.

“En el margen” es un blog de temas de economía.

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