Cuando retome sus actividades normales fuera del hospital y se entere de los desencuentros durante su convalecencia, Miguel Ángel Mancera seguramente tomará previsiones para proteger a su secretario particular, Luis Serna.
La razón es simple: durante la crisis de salud del jefe de Gobierno, Serna fue quien levantó la voz y le habló fuerte a varios miembros del gabinete de Mancera para contenerlos porque algunos pretendieron manejarse “por la libre” y otros empezaron a actuar como si se preparara un auténtico golpe de estado en el gobierno capitalino.
Serna se enfrentó a ellos para recordarles, primero cuáles eran sus límites, y luego que quien manda en el DF es el jefe de Gobierno y Mancera estaba al pendiente de la ciudad aunque permaneciera en el hospital. Obvio, esa actitud de lealtad le ganó a Serna la animadversión de varios, que ahora esperarán la oportunidad de hacerlo caer.
¿Son o no son?
La extensa rueda del procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, estuvo muy bien, pero nos deja prácticamente en la misma incertidumbre que cuando empezó la investigación de los estudiantes desaparecidos en Iguala.
Y es que como se recordara, en un principio unos “testigos” condujeron a las autoridades a un lugar en el que había fosas clandestinas con cuerpos calcinados.
Después supimos que los cadáveres encontrados en esas fosas, no eran los de los estudiantes de Ayotzinapa.
Ahora otros “testigos” condujeron a las autoridades al basurero de Cocula.
Afirman que cremaron los cuerpos de los estudiantes, y que echaron sus cenizas al rio, sin que hasta ahora se cuente con evidencia de que esos restos corresponden a los de los 43 normalistas desaparecidos.
Conclusión: Existen muchos detenidos y testigos, pero estamos como al principio: no sabemos, a ciencia cierta, si los restos son o no de los estudiantes desaparecidos.
Condena de Encinas
Es una pena que estando las cosas como están, el senador perredista Alejandro Encinas, anclado en un pasado jacobino, se haya empeñado en “condenar al infierno” a todos los que levantaron su voz para que la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, no se aprobara en los términos que el perredista hubiera querido.
Tal parece que al senador Encinas no está de acuerdo con lo que dijo un liberal como Voltaire: “Puedo no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo”.
No estaría mal que el senador Encinas reflexionara en el por qué 72 de sus colegas senadores rectificaron su voto y por qué tan solo seis siguieron montados en su macho.