Lázaro Cárdenas y Pemex…

Cuando Lázaro Cárdenas se erigió como el titular de la “Dictadura Perfecta” entendió que necesitaba convertirse en la única autoridad indiscutible, la de un tirano decidido a materializar sus sueños. La Cámara de Diputados, la de Senadores, el Ejército, la Suprema Corte y el Poder Judicial, los gobernadores al igual que los legisladores locales y los presidentes municipales de todo el país, sin olvidar los sindicatos públicos y privados (CTM), todos tenían que ser cardenistas de tal forma que nadie pudiera sabotear sus planes. El que no fuera cardenista no existía.

Francisco Martín Moreno Francisco Martín Moreno Publicado el
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Cuando Lázaro Cárdenas se erigió como el titular de la “Dictadura Perfecta” entendió que necesitaba convertirse en la única autoridad indiscutible, la de un tirano decidido a materializar sus sueños. La Cámara de Diputados, la de Senadores, el Ejército, la Suprema Corte y el Poder Judicial, los gobernadores al igual que los legisladores locales y los presidentes municipales de todo el país, sin olvidar los sindicatos públicos y privados (CTM), todos tenían que ser cardenistas de tal forma que nadie pudiera sabotear sus planes. El que no fuera cardenista no existía.

¿Otro Porfirito? ¡Claro que otro Porfirito! ¿Cuál era la diferencia si Cárdenas también había acabado con la división de poderes a pesar de haber sido el último presidente pelele del odioso y anacrónico Maximato?

El sindicato de trabajadores petroleros que representa a más de 150 mil burócratas –algo inédito en la industria petrolera si se toma en cuenta el número de empleados por barril en la competencia internacional– exigió a lo largo de su historia el establecimiento de comedores, de servicios médicos, el pago de pasajes de vacaciones para el empleado y su familia, el doble de la remuneración para quienes desempeñaran una labor de alturas superiores a los siete metros o en regiones pantanosas, además de automóviles de lujo o no para cierto nivel del plantel administrativo, entre otras costosas prestaciones que envidiaría cualquier trabajador del sector privado, o se iría a la huelga. ¿Para qué seguirlas enumerando?

Para comprar la obsecuencia de los sindicatos de la CFE y de Pemex, ambos franquesteines de Cárdenas, el gran destructor de la economía mexicana del siglo 20, les entregó ventajosas canonjías económicas a los burócratas electricistas y petroleros de modo que no pensaran en ejercer su derecho de huelga con el que podían secuestrar a la nación. Hoy en día el sindicato de Pemex es dueño de casi el 60 por ciento de los activos industriales de la empresa más importante del país.

¿No nos dijeron que el petróleo mexicano era propiedad de la nación? ¿No…? ¿Entonces por qué existen 50 millones de compatriotas sepultados en la miseria para ya ni hablar de los tarahumaras, de los tzotziles y los lacandones…? ¡Populismo cardenista!

Los gobiernos priistas compraron la voluntad de los petroleros mediante el obsequio de prestaciones absurdas para que hoy importemos miles de millones de dólares de gasolinas y de gas y nuestra industria petroquímica esté quebrada de punta a punta. ¿Y el famoso Instituto del Petróleo diseñado para investigar y evitar la compra de tecnologías? ¿Por qué entonces no podemos extraer crudo de aguas profundas, entre otras tantas imposibilidades…?

Todo el dispendio, la compra de voluntades, las insultantes canonjías laborales, además de la escandalosa corrupción y notable ineficiencia de Pemex, las prestaciones obreras que insultan la dignidad de los trabajadores humildes y honrados de México, tenemos que pagarlo los contribuyentes cautivos porque el 60 por ciento de la fuerza de trabajo en México se encuentra en la informalidad disfrutando los servicios de salud y el seguro de desempleo…

Los priistas arruinaron a México en el siglo 20 y hoy los contribuyentes tenemos que sufragar su indolencia, incapacidad y ostentosa corrupción…

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