No pude evitar emocionarme con la campaña que Nike presentó el pasado miércoles en el marco del Día Internacional de la Niña, y en el que reconoce el talento de nuestras seleccionadas nacionales de fútbol.
Estoy segura que a más de una, y de uno también, se nos puso la piel chinita; y cómo no, si las historias de triunfo siempre nos alientan a ir al éxito.
Es verdad que la deuda que tenemos con nuestras niñas y adolescentes es enorme, son ellas las que más padecen de violencia sexual y física, las que menos oportunidades tienen para seguir estudiando y las que son obligadas a casarse siendo menores de edad.
En México se registran 11 feminicidios diarios y uno de ellos se comete hacia una niña. Hay 19 millones de niñas y adolescentes, y de ellas el 15 por ciento realiza trabajo infantil.
Estas cifras además de ser dolorosas, son indignantes, y no podemos echarlas a una bolsa e ignorarlas, por el contrario, debemos seguir luchando y legislando en favor de ellos, por eso me congratula tanto que en el Congreso hayamos aprobado la no prescripción del delito sexual infantil, porque con ello las víctimas podrán denunciar sin importar los años que hayan pasado.
Pero también están nuestras historias de éxito, esas que no borran la violencia que sufren las niñas y adolescentes, pero que sí ayudan a evitar que estas sucedan.
Y es importante resaltarlas, porque al hacerlo nuestras niñas se ven reflejadas en ellas y sabes que un día podrán estar en ese lugar. Historias como las de nuestras seleccionadas nacionales de fútbol, de nado sincronizado, de natación, y de todos los deportes en los que participamos a nivel mundial.
Ahí están Alexa Moreno, Nuria Diosdado, Alejandra Valencia, Diana Flores, nuestra astronauta mexicana Katya Echazarreta y muchas más, que no terminaría de mencionarlas, a ellas mi reconocimiento.
Hoy nuestras niñas necesitan sentirse respaldadas, amadas, acompañadas, valoradas, porque solo así tendremos nuevos liderazgos que harán de México una mejor nación.
Es indispensable que no solo sigamos abriéndoles el camino a nuestras niñas y adolescentes, sino que no las dejemos solas, que les brindemos seguridad, que las alentemos y que las acompañemos, porque las niñas lo podemos todo.