Las jacarandas han florecido, están pintando avenidas, calles, banquetas y parques. Las jacarandas han hablado y están exigendo justicia.
Las jacarandas gritan con fuerza: “¡Ni una más!”. Las jacarandas quieren salir a las calles sin miedo, quieren regresar a sus casas.
Las jacarandas han marchado por todo el país pidiendo “¡justicia!”; y es que hoy en día a diez de nosotras nos matan por el simple hecho de ser mujer.
Las jaracandas quieren “tumbar” el patriarcado y “romper” todos los techos de cristal que por años han sido un impedimento para ejercer a cabalidad nuestros derechos y libertades.
Las jacarandas no se detendrán, han decidido levantar la voz y defendernos a todas, porque cuando nos violentan, nos asesinan, nos secuestran, abusan sexualmente de alguna de nosotras, nos lo hacen a todas.
Muchas de esas jacarandas son botones que desde los seis, siete u ocho años, han comenzado a marchar por las que ya no están, por las que venimos delante de ellas y por ellas mismas, porque como dice en sus carteles, “queremos vivir seguras, sin miedos”.
Las jaracandas se resisten a vivir en un México feminicida, saben que este maravilloso país no puede darles la espalda aunque quienes gobiernen hagan oídos sordos, sean indiferentes y minimicen su lucha.
Las voces de las jacarandas nombran a las que les arrebataron la vida: “María, Fátima, Mariana, Lesvy, Debanhi, Luz Raquel, Cecilia Monzón, Abril Pérez”; pero también, a las desparecidas.
Las jacarandas saben que hoy más de 10 mujeres sufrirán violencia intrafamiliar, que otras más estarán obligadas a casarse siendo menores de 18 años. Ellas saben que en México, según cifras oficiales, de 2015 a enero de 2023, se han cometido 6 mil 543 feminicidios.
Las jaracandas se agrupan, se unen, se toman de las manos, se defienden, se dicen “hermanas”, porque la lucha es de todas y para todas, sin importar edad, condición económica, religión, color de piel, grado educativo, estado civil, ideología o color partidista.
Me emociona ver a esas jaracandas que son retoños, porque son ellas el presente y el futuro de nuestro país. Retoños que se saben acompañadas, que están aprendiendo a decir “no”, a romper con el silencio cómplice que le da impunidad al feminicida, al agresor sexual.
Que se vayan acostumbrando en el régimen, porque cada 8 de marzo, las jacarandas florecerán y pintarán el país de morado. Las jacarandas ya encontraron el camino, ya lo hicieron suyo, y están decididas a florecer aun en el frío invierno.
Las jaracandas somos sororas, solidarias, compañeras, las jaracandas somos todas y hemos florecido.