Bones encuentra entre la maleza una ciudad perdida, comida por la vegetación, abandonada a su suerte por la humanidad, y en su andar un camino de postes de luz mercurial se adentran a una creciente pluvial, que en sus corrientes esconde otra extensión de esa urbe ahora olvidada.
El mundo que presenta el ahora también director Ryan Gosling en su cinta debut “Lost River” (2014), ha sido incomprendido entre quienes se han atrevido a ver el largometraje protagonizado por Christina Hendricks, Saoirse Ronan, Iain De Caestecker, Matt Smith y Eva Mendes.
La producción que fue rodada en película de 35mm en Detroit, Michigan, tuvo su estreno en Cannes en 2014 y al finalizar su proyección recibió abucheos y aplausos por igual. Después de un año llegó a salas comerciales en Estados Unidos, de manera limitada.
Hoy, a dos años de distancia, el filme nunca tocó suelo mexicano en cartelera y pasó directo a las plataformas digitales, que es como se puede apreciar actualmente.
En Netflix la película sostiene un puntaje de una estrella y media. Gosling ha enfrentado a la crítica y ha expresado que desea seguir dirigiendo cine, y también cuenta con el apoyo de sus colegas como Robert Rodriguez.
“Si no la diriges tú, yo la haré”, dijo el actor canadiense que eso le respondió Guillermo del Toro a manera de broma cuando vio sus primeras tomas y le contó sobre la idea de “Lost River”.
Rodriguez, que compartió la plática con Gosling ante una audiencia que recién vio la película en abril de 2015, comparó la incomprensión de la cinta a cuando Francis Ford Coppola estrenó “Apocalipsis Ahora” (1979) y la gente solamente le tiraba mierda por no entenderla. Actualmente es una de las películas bélicas de mayor culto en la historia del cine.
“Hay que seguir el instinto y hacer tripas corazón, eso es lo único que tenemos”, es lo que cree el tejano y dijo de manera desenfadada ante el público, respecto a creer en los proyectos fílmicos personales aunque nadie más crea en ellos.
Hendricks también se ha mostrado defensora del proyecto al decir que es como ver un sueño en la pantalla, por lo surreal de sus secuencias.
Y es que Gosling emula la sensación de un cine al estilo de David Lynch, con toques de horror, por lo que a veces parece que el sueño también se torna una pesadilla.
En 1635, Calderón de la Barca supo transmitir a través de Segismundo en “La vida es sueño” el sentido de la libertad, de cómo el humano debe sentirse sin ataduras para escapar de un destino preconcebido.
A casi cuatro siglos de distancia, la locura presentada con el personaje inmortalizado por el sacerdote y dramaturgo español se sigue sintiendo rebelde, presente y fresca con su soliloquio final.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.