A veces, las decisiones de terceros afectan nuestras vidas con consecuencias irreparables, pero también hay momentos en las que esas sentencias nos traen buena fortuna, un cambio inesperado. En toda desgracia, también hay algo de buen augurio.
Eso le pasa a Burt Berendsen, quien presionado por la familia de su esposa es reclutado en la Gran Guerra, porque se siente en deuda, ya que gracias a su suegro practica como médico en un consultorio en Park Avenue en Nueva York.
Berendsen es herido en el campo de batalla en Francia, pierde el ojo derecho por las esquirlas que le han penetrado gran parte de su cuerpo y en su regimiento también hay más hombres como él que se encuentran lesionados, entre ellos Harold Woodsman, afroamericano que en un principio tuvo conflictos con el doctor neoyorkino, pero eventualmente se vuelven amigos.
En la sala de enfermería, una mujer los asiste, cura y les quita el metal pegado a su piel, mismo que debería desechar, porque los franceses consideran que además de insalubre, es profano, atenta contra las buenas costumbres; la moral religiosa primero antes que la razón.
Pero ella defiende a capa y espada estos trozos, y tanto Woodsman como Berendsen la apoyan, aunque no tienen ni la menor idea de qué hará con esos desperdicios; ahí comienza una amistad de tres, en la que se jura un pacto de lealtad, de honor y por el bien común de no dejar nunca el uno al otro.
Y, ¿a dónde van a parar? A Amsterdam, donde esta mujer, Valerie, tiene un estudio de arte y con las esquirlas crea objetos que son bellos por ser diferentes, pero incomprendidos para la mayoría de las personas.
El ensueño de Berendsen se rompe cuando decide regresar a Estados Unidos, porque el pacto se fractura y, aunque eventualmente se reencuentra con Woodsman, quien se convierte en abogado, los años atrás de Amsterdam son una añoranza de felicidad y buenos momentos que, pese a la guerra, nunca hubieran sucedido si él no hubiera ido.
Esta anécdota es para dar preámbulo de lo que es Amsterdam, la nueva película de David O. Russell, que está pasando de noche en cines y que además esconde un tema de suma importancia, pero que no revelaré, solo diré que esta historia de ficción tiene algo de acontecimientos de la vida real.
Porque esta triada conformada por Christian Bale, Margot Robbie y John David Washington en los papeles de Berendsen, Valerie y Woodsman, respectivamente, son testigos de cambio, de lo que sucede después de la Primera Guerra Mundial y la antesala del segundo conflicto bélico global; en cierta forma, auxilian a que una conspiración logre salir a flote.
El largometraje tiene méritos en todos los sentidos, sólo por mencionar algunos, la fotografía de Emmanuel Lubezki, el derroche de las actuaciones mencionadas, además de las de Rami Malek, Chris Rock, Zoe Zaldaña, Anya Taylor-Joy, Mike Myers, Michael Shannon y Robert De Niro.
Amsterdam tiene todo para triunfar, ojalá logre verse por más cinéfilos y, de paso, colarse a premiaciones el 2023.