La prensa francesa y el caso Cassez

La tumultuosa bienvenida de la ciudadana francesa reveló dos aspectos interesantes de su regreso a Francia; la prensa francesa la aclamaría como víctima y heroína y, al mismo tiempo, el gobierno francés decidiría seguir esta vena narrativa en búsqueda de aprobación pública.

Emilio Lezama Emilio Lezama Publicado el
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La tumultuosa bienvenida de la ciudadana francesa reveló dos aspectos interesantes de su regreso a Francia; la prensa francesa la aclamaría como víctima y heroína y, al mismo tiempo, el gobierno francés decidiría seguir esta vena narrativa en búsqueda de aprobación pública.

El recibimiento mediático en Francia fue un ejemplo de los excesos en los que suele incurrir la prensa en pos de crear una historia y venderla. Resaltó el discurso nacionalista, que rozó en la arrogancia, la ausencia de la opinión crítica y de las voces mexicanas, y sobretodo el exceso de tiempo y espacio que se le dedicó al tema. 

El día de su liberación, la televisión francesa presentó la noticia a lo largo de dos horas; una y otra vez se entremezclaban las imágenes de la sesión en la corte y la liberación con las voces de los “expertos” (todos franceses) cuyas voces gritaban al unísono adjetivos fáciles (y no por ello menos ciertos) sobre nuestro país: violencia, corrupción, impunidad. Ese mismo discurso que la prensa internacional ha vuelto indisociable de México. 

Aun así, entre una narrativa chauvinista y fuertes y merecidas críticas a nuestro sistema de impartición de justicia, una encuesta de I-tele hecha en Francia, revela que el 43% de los franceses le atribuyen la liberación de Cassez a la SCJN y no a la mediación política del estado francés. 

La reacción de la prensa francesa, si bien es exagerada (¡hasta la revista Elle sacó a Cassez en portada!) podría ser considerada normal considerando el gran botín mediático que presentaba el caso y la gran opacidad desde la que actuó la justicia mexicana en la detención de la francesa. Sin embargo, la actuación de un Estado no puede ser guiada por la opinión pública y la prensa. En ese sentido el recibimiento de Cassez por el ministro de Asuntos Exteriores y sus posteriores reuniones con Holland y Sarkozy no solo resultan exagerados, sino perjudiciales para las relaciones entre México y Francia. 

Del lado mexicano, la indignación y el derrotismo de la prensa son también engañosos. No es la primera vez que la SCJN resuelve un caso de esta manera. Hace unos años, Sebastiana Gómez Gómez, indígena tzotzil,  fue liberada por la SCJN bajo argumentos similares (ver el análisis de Alan Bonfiglio en www.loshijosdelamalinche.com). Lo que realmente debería preocupar a la prensa y a la sociedad no es la determinación de la SCJN (que parece lo único rescatable en el caso Cassez) sino la manera en como se llevan a cabo los procesos de impartición de justicia en México. 

El reporte de Héctor de Mauleón en Nexos demuestra que el videomontaje no fue la única irregularidad. Así como hace unos años el documental Presunto Culpable dio una imagen macabra de la impartición de justicia en México, el “affaire Cassez” pone de nuevo el dedo sobre el renglón. 

El asunto Cassez ha sido un triste episodio para la justicia mexicana y para las relaciones de nuestro país con Francia. Pero lo es también para la prensa de ambos países. 

No solo por el patético montaje televisivo de la supuesta detención de Cassez. Sino sobre todo porque en el manejo del tema de la liberación de Cassez hay una prueba de la facilidad con la que los medios caen en discursos nacionalistas que desinforman y buscan generar perversiones en la opinión pública. 

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