Las fuerzas de la naturaleza actúan en el momento para poder elegir la pareja adecuada. Esto tiene mucho en común con las drogas más fuertes y peligrosas.
Pensar que solo una persona, entre las 6 billones que hay en el planeta, puede hacerte sentir lo que estás sintiendo, ya es mucho decir. Estás más feliz que nunca, las preocupaciones se van, el resto del mundo desaparece. Esa persona es todo lo que te importa. Si ella no está, sientes dolor, como si te hubieran arrebatado una parte de ti, pero si ella se acerca, se convierte en el mejor analgésico del mundo. ¡Felicidades, estás enamorado! Caíste en la mayor trampa que la naturaleza te puede poner.
En el fondo, las relaciones son simplemente un mercado. La tendencia es elegir el más guapo, inteligente, encantador y estable entre los que acepten quedarse contigo. Es como el mercado de las rentas. Tanto el propietario como el inquilino buscan la mejor opción dentro de sus posibilidades.
Aquí tenemos una relación inestable; en cualquier momento el inquilino puede mudarse a un departamento mejor y el propietario también puede despojar al inquilino si encuentra a alguien más interesante, como un pariente suyo o un amigo.
Para evitar este tipo de problemas existen contratos que rigen las rentas, mismos que si no se cumplen, hay una multa de por medio. Esto da tranquilidad a ambos mientras el contrato esté vigente.
En el amor funciona más o menos así, con la diferencia de que la naturaleza no escribió leyes sobre papel, pero sí en tu cuerpo. ¿Cómo saber que una pareja no te va a cambiar por alguien con mejor apariencia? ¿Quién puede garantizar que no vas a huir con el instructor del gimnasio la próxima semana? Las dos opciones pueden ser tan racionales como el traslado a un departamento mejor.
Entonces, ¿cuál es la solución? Busca una relación con alguien que no esté contigo por una razón racional, por tu dinero, por tus ojos o porque eres doctor, sino por lo contrario: una emoción.
“Una emoción es algo que la persona no decidió sentir y por lo tanto no puede decidir dejar de sentirla. Una emoción no se transfiere inmediatamente a otro ni puede ser simulada porque tiene efectos fisiológicos como la taquicardia, el insomnio y falta de apetito”, dice el psicólogo Steven Pinker.
El amor funciona como un contrato donde la multa es altísima para quien está enamorado, ya que no “cambiará de departamento” con la misma facilidad que alguien que no lo ama.
Todo el mundo sabe que una cara y un cuerpo hermoso no son tan importantes cuando se trata de amor romántico. Hay una cosa mucho más influyente que la belleza y esa es la información genética de la pareja, dicho de otra manera, la química.
Una persona que tiene un ADN complementario al tuyo, te asegura una mejor descendencia. Parece increíble, pero contamos con un dispositivo capaz de detectar esto: la nariz.
Nos atrae el olor de quienes tienen una genética diferente a la nuestra. Cuanta mayor sea la diferencia, más agradable será la sensación de oler a tu pareja. Esto fue comprobado por el biólogo suizo Claus Wedekind, en 1995.
Los polos opuestos no se atraen como dicen muchos, las similitudes son fundamentales y también determinan en el éxito de una relación. Las personas similares a ti son las que inspiran más confianza, dicen los investigadores.
La emoción o química es un proceso en el interior que comienza con descargas dopamina, sustancia similar a la cocaína cuando activa el cerebro. Es lo que te hace sentir feliz cuando el ser querido está cerca. Muy parecido a la sensación de adicción, los dolores físicos que sienten los enamorados, cuando sufren por alguien, son muy parecidos a las crisis de abstinencia de los drogadictos.
Esta montaña rusa es demasiado brusca para cualquier organismo. Por eso la pasión tiene fecha de caducidad, se afirma que perdura hasta tres años, aunque hay a quienes les dura menos.
Por increíble que parezca lo que destruye las hormonas de la pasión, son las sustancias que el cuerpo libera durante el orgasmo. Por eso es que entre más orgasmos tengas con tu pareja será menor el tiempo que dure la pasión.
Después de la fecha de caducidad empiezan los conflictos, pues el enamoramiento no permite ver la realidad, se vive una ilusión en la que los defectos parecen cualidades.
Si a pesar de esto la relación continúa bien, se empiezan a fortalecer los lazos entre los dos. Se crea un vínculo de compromiso conciente, que ya no depende de las hormonas. Esto detonará el instinto de reproducción.
Entonces todos vivirán felices para siempre, a menos que uno de los dos dé entrada para iniciar este juego con otra persona. Después de todo, la pasión es adictiva como las drogas y no todo el mundo la usa con moderación.
Encontrar la “pareja perfecta“ es una tarea sujeta a las leyes de la naturaleza. Después, cada pareja construye su historia.