La compra por parte del Grupo Pachuca-Carso de la franquicia de los Tecos de la Autónoma de Guadalajara, trae aparejadas muchas consecuencias que van desde la tristeza y nostalgia de ver desaparecer a un equipo sólido y bien definido que data de más de 40 años, en una idea que lograron concretar con mucho éxito mi buen amigo e inolvidable Ing. Juan José Leaño y su hermano Antonio, cuya visión de negocios y humana es intachable. Podríamos estar o no de acuerdo con ellos, pero al final del camino, su rectitud los hacía entender que ahí no habría cochupos y dobles caras, desafortunadamente…
Las segundas y las terceras generaciones de los Leaño
No heredaron estas cualidades. Y los primos dividieron negocios, objetivos y metas, en donde desafortunadamente a quienes tocó la responsabilidad de mantener la Universidad y a su equipo de futbol con virtudes y limitaciones, terminaron por llevarlo al fracaso. Vino el descenso y la necesidad de buscar algún inversionista que nunca llegó, y finalmente rematar esta franquicia ya muy devaluada en la Segunda División que aquí pomposamente llamamos Liga de Ascenso.
Quedará en la conciencia de José Antonio Leaño Jr. y el “Cheto”, su miopía e incapacidad para mantener la sólidez de una institución que por más de 40 años fue ejemplo del buen manejo, aunque nunca con una gran afición.
¡A conquistar Guadalajara!
La llegada del Grupo Carso como socio del Grupo Pachuca, está muy lejos de ser solamente el de un inversionista pasivo que busca tener un palco, pedir unos pastes y unas cervecitas en el Estadio de Pachuca, o ir a comprar zapatos a León cada 15 días. Para nada, la estrategia y el dinamismo de las empresas del Grupo Carso es totalmente lo contrario, la oportunidad de negocio, desarrollo en lo económico, deportivo y social. Es un objetivo al corto, mediano y largo plazo, para lo cual el ejecutivo indicado ha sido Arturo Elías Ayub, que seguramente llevará la nave no a un buen puerto, sino a muchos buenos puertos, y por lo pronto si la plaza de León es estratégica por su nivel de negocio e influencia deportiva, a la que además se le encontró el camino para el desarrollo de una estrategia de televisión con el canal Uno TV de Grupo Carso, por lo pronto asociados con Fox Sports, el golpe fue impecable y hoy con la adquisición de los Tecos, que muy pronto cambiarán de nombre por algo tan representativo como Jalisco u Oro, es llegar a esta plaza estratégica a todos niveles en nuestro país, con el objetivo inmediato de ascender al equipo y por ahí romper el equilibrio del que hasta hace unos meses tenían controlado Televisa y TV Azteca.
Un jugador de colmillo retorcido
Grupo Carso se sentará hoy al lado de su socio Pachuca a la mesa de los dueños del balón con las cartas credencial de dos equipos de Primera División, Pachuca y León, y uno más en la de Ascenso, solamente para abrir fuego, equiparándose a TV Azteca con Monarcas, Jaguares y Neza o Televisa con América, Necaxa y lo que puedan adquirir en el corto plazo en el mercado.
La mesa se hace chiquita
Los caballeros de la mesa redonda de los dueños del balón en teoría son 18, sin embargo en el tema de la multipropiedad se viene extendiendo como un hecho irreversible. A Televisa, TV Azteca y Grupo Pachuca hay que sumarles a partir de unas semanas al de los hermanos Chargoy avecindados en Puebla y propietarios de las franquicias de la Franja y San Luis, con lo que la suma de los votos de los multipropietarios superaría en influencia, aunque todavía no en número, a los monopropietarios que en teoría, aunque dudo que suceda en la práctica, podrían oponerse a esto de la llamada multipropiedad.
Cosas buenas que parecen malas
Tendrá que hilarse muy delgadito por parte de los dueños del balón, principalmente por los multipropietarios, para explicarnos a los medios pero principalmente a los millones de aficionados a lo largo y ancho de la República y lo que trasciende fuera de nuestras fronteras, cómo vamos a seguir manejando la Liga MX sin “sospechosísimo” y con la objetividad e imparcialidad que el futbol espectáculo exige.
Hasta hoy sigo metiendo las manos al fuego por la honestidad de nuestro futbol y espero seguir haciéndolo mientras no haya nada, ni nadie que demuestre lo contrario, retando también a los amargadones de siempre a fundamentar sus acusaciones, rumores y medias verdades que también son medias mentiras.
Esas lenguas largas y periódicazos sensacionalistas y corrientes no conducen a nada, si no son soportados con pruebas irrefutables.
Así las cosas pues, la mesa de los dueños del balón se reduce para bien o para mal y este es un hecho irreversible… Así de fácil.