La fallida Super Liga Europea o la triste cáscara de Ricky Ricon

Héctor Quispe Héctor Quispe Publicado el
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Érase una vez un intento de súper cáscara organizada por Ricky Ricón. El balón era de él, los mejores cracks cuates de la ‘uni’ que viven en también en la cuadra. El problema fue que sus papás no le dieron permiso de hacer lo que le diera la gana y sus amigos se rajaron cuando vieron llover por todos lados las chanclas vengadoras de sus respectivas madres.

Todo comenzó destinado al fracaso. El gran torneo imaginario que enloquecería a una parte de la barriada debía celebrarse en la calle, es decir, una cancha que teóricamente pertenece a todos, pero cuando quisieron jugar por su cuenta a la hora que quisieran, se impuso el rigor de quien manda, porque se trata de quien finalmente aporta el carácter institucional o autorizado por la familia.

Otro problema fue que tampoco simpatizó a otros habitantes de la colonia, a los que les gusta y practican el futbol urbano, porque no eran parte del club fifí.

Tampoco agradó espectadores que no eran familiares de los participantes, pero creían tener derecho a apartar su propio tramo de asfalto para jugar.

CON LA SOBERBIA POR DELANTE

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, apareció frente al público para tomar la batuta de la Súper Liga Europea, un ejercicio que se quedó en la fase beta o de prueba. Con apego a su derecho de actuar con libertad se reunió en algún momento con sus homólogos o representantes de alta jerarquía de los clubes que presuntamente son los más importantes para los fans, pero con seguridad son los más poderosos económicamente en Europa.

Como dato al margen, en ningún momento consultaron con sus seguidores de algún modo para saber qué les parecía la propuesta.

En un desafiante riesgo sin mayor cálculo que el de la palabra, se unió un grupo de los 12, con la participación de los más pomadosos de España: Real Madrid, Barcelona y Atllético de Madrid; los más salsas de Italia: Milán, Inter de Milán y Juventus; los más cremosos de Inglaterra: Liverpool, Manchester United, Chelsea, Manchester City, Arsenal y Tottenham Hotspur.

A ellos se sumarían otros tres no confirmados, pero que en apariencia eran el Bayern Munich alemán, el París Saint-Germain francés y el Ajax de Holanda. En una etapa más avanzada, estos 15 se convertirían en 20 dentro de una nueva competición anual con un cupo fijo para realizarse de forma paralela a los certámenes oficiales organizados por la UEFA, como son la Europa League y el producto estelar, Champions League, pero independientes.

Esta nueva docena apóstoles del futbol elitista no fue recibida bien por quienes siguen sus aventuras en todos los escenarios posibles donde juegan, por televisión, plataformas digitales y en los diferentes espacios mediáticos. En Inglaterra, varios grupos de hinchas se manifestaron en contra de esta agrupación, desde todos los ángulos posibles vista como excluyente.

Desde el viejo continente y para todo el mundo, gente de futbol profesional, políticos y hasta miembros de la realeza británica reprobaron este reto, con la queja de que los ricos querían simplemente hacerse más ricos.

¿El resultado? El término de la elaboración de esta columna, nueve estrellas ya retiraron su luz, apenas dos días después de la entrevista de Pérez transmitida dentro del programa El Chiringuito.

Los primeros en echarse para atrás fueron los ingleses, 24 horas después del anuncio. Otro día después lo hicieron los italianos. Los portadores de la camiseta de La Liga se quedaron solos, para evidenciar que fue justamente ellos la autoría de todo este movimiento.

LOS ‘ARGUMENTOS’

La entrevista a Florentino fue tan elocuente como toda la dinámica manifestación de la dichosa Súper Liga. En un programa caracterizado como de perfil chusco –de hecho, chiringuito significa para los españoles un bar improvisado para beber al aire libre–. Sin ninguna formalidad de por medio,

la propia Súper Liga en un perfil de Twitter notificaba sus escasos pasos.

Con la intempestiva salida de sus fundadores, quedó también a descubierto que si Florentino fue el artífice tentador de los clubes iniciales, todo fue hecho al fregadazo, sin contratos de por medio. Los pocos avances fueron realizados en lo oscurito. Si, estimado fan, un estilo no muy alejado de lo que se observa en México.

“Hacemos la Súper Liga para salvar al futbol” fue la frase guerra de Pérez, quien encabeza la directiva del club más importante de la historia del futbol europeo, no sólo porque es el más ganador, sino por su poderío económico y trascendencia cultural, como es el Real Madrid.

Abundó en que la crisis de audiencias y derechos audiovisuales bajaron y las ganancias totales eran para la UEFA. Por eso, a su juicio, el futbol va en caída libre.

“Si no hacemos algo, no durará mucho. Deben evolucionar, como en la vida, las personas y las empresas.

El jefe blanco expuso un dato: las entidades más importantes del continente han perdido cinco mil millones de euros durante la pandemia que lleva ya más de un año.

“Nosotros, el Real Madrid, hemos dejado de ingresar 400 millones (de euros). Todo estaba delicado, pero el coronavirus vino a darnos la puntilla”, expresó con gesto que en apariencia quiso dejar como se imagina que es sufrir la afectación por dicha enfermedad.

Remató el directivo con que su club y los otros fundadores entendieron que se requería un torneo con partidos más atractivos, porque los jóvenes, según él, se alejaron del deporte y escapan a otras plataformas al ver partidos de escasa calidad, refiriéndose a los protagonizados por los poderosos ante equipos de menor presupuesto.

“Lo atractivo es que juguemos los grandes. Ahora la Champions es atractiva a partir de cuartos (de final). No puede ser que terceros usen nuestros derechos, nuestros activos ”, indicó sin miramientos.

NÚMEROS QUE ENFRÍAN

Valdría más de 7 mil millones de euros este pastel de la Súper Liga Europea por temporada, es decir, triplicaría el premio integral que por ahora ofrece la Champions League.

Según un informe de El País, las bases del proyecto integran un holding, es decir, una forma de organización donde una compañía adquiere todas o la mayor parte de las acciones de otra empresa para adquirir su control total, con base en España para la gestión y competición, mientras que en Holanda estaría la sede para venta de los derechos de TV.

“Los clubes fundadores de inicio se repartirían 3 mil 525 millones de euros para inversiones en infraestructuras deportivas financiadas por inversores”, expone. Los derechos de transmisión estarían valuados en 4 mil millones de la divisa común en toda Europa.

A cambio, perdería lo legal y previamente establecido. La Liga de España dejaría de ganar mil 800 millones de euros por derechos audiovisuales, ticketing (registro interactivo de datos de seguimiento a clientes usuarios para la mejor gestión de su experiencia en sus accesos a eventos) y patrocinios.

Las cartas a la UEFA y a la FIFA de parte de los interesados no prosperaron o simplemente fueron quemadas por los destinatarios. Las amenazas oficiales aparecieron de un lado y de otro.

 “¿Quién lo fuera a imaginar? La Súper Liga de Europa duró mucho menos que la también tristemente célebre Liga del Balompié Mexicano”, expresa a quien esto escribe el editor de Índigo Fan, Manuel Sebreros, sobre este otro ejercicio de operación al margen de lo establecido. Más que de acuerdo.

Gianni Infatino, presidente de la FIFA había amenazado con que estaría fuera del futbol organizado cualquier adepto o personaje involucrado en la Súper Liga. Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, hizo lo mismo y al final estableció un epílogo a manera de epitafio: “La sociedad está unida contra la Súper Liga cerrada”.

En efecto, el poder no se cuestiona, se ejerce. La jugada para pedir más dinero quedó como una estrategia malograda por la forma en como se derrumbó el castillo de Fiorentino. En cuestión de imagen es un duro golpe para él, que además arrastró al Real Madrid en el tema institucional.

Pep Guardiola, técnico del Manchester City, fue el primero en retroceder al abismo y expresar el único argumento válido que interesa a los fans, usuarios finales de la cadena alimenticia: “Vulnera el espíritu deportivo algo donde el éxito está garantizado para pocos. No es deporte si no importa perder”.

El futbol profesional no es enteramente tuyo, mi apreciado fan, pero mereces todo el respeto. #Forever

¿Quién es Héctor Quispe?

Periodista y consultor. Dirige CID Consultoría, casa de soluciones en cifras y contenidos enfocados en el fan y su identidad; es MBA en Dirección y Gestión de Entidades Deportivas, por la Universidad Europea de Madrid; tiene la especialidad de Periodismo Deportivo, por el Programa Prensa y Democracia de la Universidad Iberoamericana. Coordina el Diplomado de Periodismo Deportivo Digital en la Escuela Carlos Septién García, y da clases en el de Marketing and Communication for Sports Brands, en la Universidad Anáhuac. Su análisis es consultado por diferentes medios en torno a negocios y deporte: Red Forbes, MedioTiempo, Expansión, El País, Fox News, Telemundo, Foro TV y TUDN, entre otros, además de que funge como Senior Editor en el diario AM de Querétaro desde noviembre de 2020. Es coautor del libro “Cómo hacer Periodismo Deportivo. Una visión Iberoamericana”, y publica esta columna cada jueves en la multiplataforma de Reporte Índigo.

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