Este artículo presenta una experiencia reciente en la Universidad Politécnica de Cuautitlán Izcalli (UPCI), en la que se estableció un diálogo entre el autor y los estudiantes que ahí cursan ingenierías de Biomédica, Biotecnología y Energía. La invitación a la universidad fue realizada por su joven y emprendedora Rectora; Maestra Lizet Martínez Plata, quien se muestra altamente comprometida con su tarea magisterial. La universidad se encuentra ubicada en medio de comunidades con altos niveles de pobreza en el municipio 121 del Estado de México, lo que añade complejidad al desafío de proporcionar educación de calidad.
Conversando con maestros y alumnos, conocí de viva voz la realidad emocional por la que atraviesan la mayor parte de los estudiantes, quienes, a pesar de las dificultades que enfrentan cada día, se mantienen en pie de lucha, no desistieron a pesar de los pesares y siguen perseverantes, anhelando terminar la carrera universitaria que eligieron, respondiendo a su vocación personal, para asegurar mejores posibilidades de bienestar, ante una vida empedrada con desafíos de toda naturaleza.
Los alumnos que siguen estudiando afanosamente son dignos de reconocimiento y mejor aún, del apoyo institucional y familiar indispensables, para el logro de sus propósitos.
Pude constatar muy de cerca, que posterior al obligado aislamiento causado por la pandemia, los jóvenes regresaron a sus labores académicas sin tener claro cómo enfrentar la nueva realidad. Se presentaron a clases desmotivados y apáticos, con evidentes signos de ansiedad y depresión, en una situación, de no saber qué querer en la vida, pero tampoco, con el ánimo suficiente para encontrar un camino a seguir. Regresaron a clases, como si estuvieran en piloto automático —que la vida me lleve donde me lleve, no importa, y si me lleva, bien, y si no me lleva, también
Desde ese momento, los estudiantes no encontraron apoyo profesional para canalizar todas las emociones derivadas del encierro y del miedo provocado por la amenaza de la pandemia. Las consecuencias de los estados depresivos que los afectó, en su mayoría, lamentablemente tampoco fueron atendidos.
Derivado de las conversaciones con distintos alumnos y maestros pude advertir que predomina una preocupante descomposición familiar, padres comprometidos con la educación de sus hijos, otros, indiferentes, prefirieron sacar de las escuela a sus hijos para ponerlos a trabajar y colaborar como proveedores de recursos para sostener a sus familias.
Pude advertir que entre los jóvenes, están quienes no tienen el ánimo que otros tenían en su juventud —me voy a comer al mundo y quiero esto y esto. Jóvenes que aspiraban claramente a lograr ciertos objetivos y metas en su vida.
La situación que relato resulta altamente preocupante, porque esta generación de jóvenes, será la de los próximos tomadores de decisiones en el futuro inmediato.
Preocupada por sus alumnos, la Rectora Lizet Martínez abundó, —nuestros jóvenes ocupan la mayor parte de su tiempo utilizando las redes sociales, hacen una especie de construcción de “momentos simples” mientras más rápido sea mi momento, muchísimo más rápido llego a lo que sigue, pero ¿qué es lo que sigue? No sé, pero sigue algo, sigue otro video, algo que me entretenga, pueden ser perros, también pueden ser gatos, lo que sea, pero que venga, o sea, quiero vivir el momento. Nuestros jóvenes se convierten en personas que viven en micro momentos. —si ya me lo está dando una red social, ya me lo está dando un TikTok o me lo está dando cualquier plataforma en redes sociales, para qué me esfuerzo, si de todas maneras el resultado va a venir.
Entonces, se convierten en chicos de micro momentos, de lo que llegue, como llegue. Pude observar que sus grados de frustración son enormes, porque no encuentran cómo desarrollar la capacidad suficiente para responder ante la vida. algunos más se sienten como atrapados en un callejón sin salida.
Entiéndase bien, la educación de nuestros niños y jóvenes debe ser la prioridad nacional. La educación forja el carácter de niños y jóvenes.
Con educación todo, sin ella, vulnerabilidad total.
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