La dictadura perfecta
La dictadura perfecta es una película mexicana del género comedia/sátira política, dirigida y producida por Luis Estrada que se exhibe en mil doscientas salas de cine de todo el país
Pablo Mier y TeránLa dictadura perfecta es una película mexicana del género comedia/sátira política, dirigida y producida por Luis Estrada que se exhibe en mil doscientas salas de cine de todo el país
La dictadura perfecta es también la descripción que hizo el escritor Mario Vargas Llosa del Gobierno del PRI en México cuando hace años dijo, justamente en los micrófonos de Televisa: “Yo no creo que se pueda exonerar a México de esa tradición de dictaduras latinoamericanas… México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México”
La película, que vale la pena, tiene como argumento un error cometido por el presidente de la República y una televisora que intenta desviar la atención revelando un video que involucra crímenes del gobernador Carmelo Vargas. Posteriormente, el gobernador decide negociar con la televisora para cambiar su imagen y ser convertido en una estrella política.
La dictadura perfecta inicia con una advertencia: en esta historia todos los nombres son ficticios, los hechos sospechosamente verdaderos y cualquier parecido o semejanza con la realidad no es mera coincidencia.
Definitivamente una televisora no puede poner a un presidente como lo llega a insinuar el filme, al presidente lo pone la gente, eso sí, que puede ser influenciada por la televisora.
La dictadura perfecta es siempre una mesa de tres patas: la falta de participación, la falta de educación y la pobreza extrema. Y mientras no seamos capaces de romper este triángulo perverso habrá siempre quien se aproveche del mismo para estacionarse en el poder.
Mediáticamente las reglas están cambiado. Transitamos hoy de una sociedad de masas (televisoras) a una sociedad de individuos (redes sociales) -dónde en vez de existir una pluma, un micrófono y una imagen- cada uno puede tener su pluma, su micrófono y su imagen… son las redes sociales que nos permiten evolucionar a una sociedad más participativa, más original, más individual que quizá y de una vez por todas, nos lleve a dejar de pensar igual, vestir igual, de opinar igual…, de votar igual.
Menos masa y más individuo. Más Nación y menos Estado.
Todo inició en el año 2001, cuando una multitud tomó las calles de Manila para pedir la dimisión del presidente Estrada y no se encontraron convocantes. Las organizaciones políticas y sindicales decidieron seguir a la gente en lugar de convocarla.
Luego el 13 de marzo de 2004 en España vino «La noche celulares» y a la fecha se discute en qué medida pudo afectar el resultado electoral del día siguiente. Más tarde en noviembre de 2005, la policía francesa confesaba su impotencia para contener la revuelta de los arrabales aduciendo la velocidad a la que los revoltosos adquirían técnicas y experiencias de verdadera «guerrilla urbana».
No queremos dictadura, hay que despertar el poder de los sin poder, decía Václav Havel, político, escritor y primer presidente de la República Checa, precursor de los movimientos sociales en las redes sociales, fundador del foro cívico que frenó la invasión Soviética a Checoslovaquia.