El gremio de constructores del país ha decidido autodemolerse.
No existen argumentos para justificar la repentina decisión de la cúpula de la CMIC de negarle al constructor Tuffy Gaber Flores el registro de su candidatura por la presidencia de la Cámara.
Según el órgano que preside Luis Zárate Rocha, Gaber Flores –quien es actualmente vicepresidente de la CMIC y ha sido secretario– no pudo acreditar su solvencia moral para aspirar a sucederlo en el cargo.
El día de hoy Gustavo Arballo –un constructor de bajo perfil originario de Jalisco–será elegido nuevo presidente de la CMIC por ser el único candidato posible.
Con esto la cámara queda hecha pedazos: con un presidente saliente (Luis Zárate) vinculado a una constructora en crisis, un líder del consejo consultivo (Netzahualcóyotl Salvatierra) envuelto en escándalos de corrupción en Oaxaca y un débil dirigente que llega impuesto por la cúpula de los expresidentes de la Cámara.
Por lo pronto el presidente Enrique Peña Nieto no quiere problemas y ya canceló su presentación esta semana al Congreso Mexicano de la Industria de la Construcción.
Otra vez Fox
El expresidente Vicente Fox volvió a opinar. Ahora resulta que entre sus extraños consejos como el de legalizar la mariguana, ahora dice que se debe establecer comunicación con los criminales.
De verdad que ya no sabe uno qué pensar cuando al exmandatario panista se le ocurre hablar. Y es que cuando era presidente no le vimos la más mínima intención de hacer lo que ahora recomienda.
Durante su sexenio se acabó con el respeto a la figura presidencial, escapó “El Chapo” Guzmán y sus hijastros hicieron de las suyas.
Fox hace que recordemos a los músicos de cantina. “¿Cuánto cobran por hora?”, les preguntó el parroquiano al trío que tocaba horrible. “100 pesos”, respondió el guitarrista. “Aquí les van 500, pero cállense que no dejan tomar a gusto”, dijo el parroquiano.
Con ‘v’ de venganza
Una vez consumada la traición de la cúpula panista, Margarita Arellanes se regresó a la Alcaldía de Monterrey pero no solamente para lamerse las heridas.
La exaspirante del PAN a la gubernatura de Nuevo León –derrotada sorpresivamente en la elección interna por Felipe Cantú– ha puesto en marcha su plan de venganza desde el Palacio Municipal de Monterrey.
Hasta el momento suman más de 160 panistas que estaban en la nómina regiomontana que han sido despedidos por órdenes de Arellanes por no haberla apoyado en la elección.
La única forma que tienen los empleados para librar la guillotina es que demuestren haber votado por la alcaldesa regiomontana.
Si no… cuello.
