‘La Bestia’ no es un tren

Cada domingo en el kiosko de la macroplaza de Monterrey el Colectivo FUNDENL realiza la actividad “Bordando por la Paz”. Familiares y activistas se reúnen para que las agujas, hilos y pañuelos expuestos, den vida a las historias que hay detrás de cada una de las víctimas. En hilo rojo se bordan los que cuentan las historias de los asesinatos y en verde las de desaparición forzada. Estas historias atraen a muchos paseantes… El domingo antepasado recibimos una visita inusual.

Indira Kempis Indira Kempis Publicado el
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Cada domingo en el kiosko de la macroplaza de Monterrey el Colectivo FUNDENL realiza la actividad “Bordando por la Paz”. Familiares y activistas se reúnen para que las agujas, hilos y pañuelos expuestos, den vida a las historias que hay detrás de cada una de las víctimas. En hilo rojo se bordan los que cuentan las historias de los asesinatos y en verde las de desaparición forzada. Estas historias atraen a muchos paseantes… El domingo antepasado recibimos una visita inusual.

Eran un hombre y una mujer que por su acento supimos que eran extranjeros de manera inmediata. Con lágrimas contenidas nos contaron su historia. “Somos hondureños. Llegamos a México en La Bestia –tren de mercancías que recorre México de sur a norte-”. Esto lo explicaron después de detenerse a leer los pañuelos bordados que cuentan las historias de los 72 migrantes que, de acuerdo a las cifras oficiales, fueron ejecutados.

Ellos son la historia de dos sobrevivientes de “La Bestia”, ese tren que se ha convertido en uno de los medios para llegar al “sueño americano” que en estos tiempos de exacerbación de la violencia puede ser la peor pesadilla, porque tanto los corruptos como las bandas del crimen organizado están al acecho de su paso por el territorio mexicano.

Como afirma la activista Maricela Hernández, quien es defensora de derechos humanos de los migrantes, “ellos son objeto no sólo de secuestros, violaciones, estigmas, discriminación, abusos. En el caso de las mujeres, por ejemplo, algunas organizaciones de Derechos Humanos consideran que al menos 6 de cada 10 ha sido víctima de abuso sexual. Además, muchos desaparecen sin dejar rastro”. El hostigamiento violento no sólo ha sido hacia ellos, sino incluso para quienes les brindan apoyo por medio de las Casas del Migrante. De ahí las amenazas a quienes las atienden, como Alejandro Solalinde o Raúl Vera.

En este contexto, 70 madres centroamericanas emprendieron una caravana que abarca la ruta del Golfo hasta la frontera con Estados Unidos. Su objetivo: buscar a sus hijos e hijas desaparecidos en territorio nacional. Esta caravana es importante porque hace visible un problema en la agenda pública de México, Estados Unidos y los países centroamericanos, con respecto a estas violencias.

Además, Maricela destaca que ante la ineficiencia, ante la falta de respuesta del gobierno, “nosotros como sociedad civil debemos de asumir las responsabilidades que nos competen. La caravana libera la esperanza de ejercer el derecho de esas madres a la verdad y a la justicia, entendiendo que el Estado debe garantizar la seguridad de toda persona en su territorio”.

En Monterrey, contamos con una Casa Nicolás –Centro de apostolado para personas migrantes- que se suma a los esfuerzos que existen en algunas ciudades del país para fomentar el respeto a los derechos de los migrantes y minimizar los efectos de la violencia de la que son objeto.

Las madres que han viajado desde lejos llegan este viernes a la ciudad para, al menos, poner a la vista de todos uno de los retos más importantes que en materia de seguridad debe atenderse con la seriedad que amerita el tema: comprender que antes de hablar nosotros de las responsabilidades de nuestro vecino país del norte, tendríamos que cuestionar las propias frente a la evidente impunidad que existe en estos casos. La entereza de estas madres nos demuestra que no hay fronteras para su búsqueda. Ellas no llegaron en “La Bestia”, pero vienen a descubrir el amor tan grande que no sólo le tienen a sus hijos, sino a la justicia.

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