La batalla por la juventud
La juventud es un tesoro que todos quieren, desde importantes firmas comerciales hasta partidos políticos e ideologías sectarias; desde quien fabrica tabaco, alcohol y droga hasta quien la distribuye.
Es lógica esta batalla. La juventud es el periodo vital de maduración del ser humano, es la etapa en la que el individuo toma postura, define creencias, resuelve los interrogantes fundamentales de la vida.
Pablo Mier y TeránLa juventud es un tesoro que todos quieren, desde importantes firmas comerciales hasta partidos políticos e ideologías sectarias; desde quien fabrica tabaco, alcohol y droga hasta quien la distribuye.
Es lógica esta batalla. La juventud es el periodo vital de maduración del ser humano, es la etapa en la que el individuo toma postura, define creencias, resuelve los interrogantes fundamentales de la vida.
En México, según datos del Instituto Nacional de la Juventud, hay más de 36.2 millones de jóvenes (13 a 29 años), lo que equivale al 32 por ciento de la población del país. Más de la mitad de estos muchachos se ubican en el Estado de México, Distrito Federal, Veracruz, Jalisco, Puebla, Guanajuato, Chiapas y Michoacán. La misma encuesta del Injuve que citábamos antes indica que del total de jóvenes mexicanos que tienen entre 14 y 29 años de edad, poco más del 21 por ciento no estudia ni trabaja.
Sobre el uso de drogas y alcohol las cifras varían dependiendo la encuesta, pero en todas la constante es el crecimiento del consumo y su uso asociado a no estudiar, el fácil acceso a la droga y el alcohol, no ver mal su uso por parte de los amigos, que éstos las usaran o usarlas por parte de la familia y, desde luego, en todo caso, el estar deprimido.
Finalmente el suicidio. Es aterrador pensar que en México cada 24 horas se quitan la vida 16 jóvenes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el suicidio en jóvenes se propicia por la quiebra afectiva y/o económica, la incomunicación o indiferencia familiar, las adicciones al alcohol o las drogas, el incremento de la marginación social y económica, el aislamiento elegido o forzado, los ataques a la dignidad personal, como el abuso sexual, maltrato físico, verbal o sicológico.
A esa juventud mexicana convocó hace días la Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis Mexicana al Primer Encuentro Juvenil por qué Creer. Los cinco invitados especiales arrancaron el reconocimiento de los más de mil jóvenes que asistieron.
Alexander Hacha les contó su conversión interior y la fe que hoy vive basada en María y en la Hostia Santa; Esteban Arce explicó que su vida cobró un nuevo sentido cuando se acercó a Dios y dejó que Dios se le acercara; un enfermero de Guadalajara les contó cómo dedica sus tiempos libres a acercarse a los prostíbulos y proponer a quienes ahí trabajan un sentido superior de sus vidas.
Y yo que estaba ahí observando cómo se encendían los adolescentes al escuchar las historias me avergoncé y entendí que el discurso que estamos ofreciendo a los jóvenes es pobre e incompleto; finalmente lo aceptan a falta de algo mejor, pero como no les colma terminan aderezándolo con algo más –sexo, droga, alcohol y a veces hasta la muerte…- que finalmente tampoco les colmará.
El Foro fue como una probadita de Dios y constaté que Él los llena. Pensé, ellos adictos a la belleza y nosotros alejándolos de ella, ellos tan llenos de amor, solidaridad, verdad y libertad y nosotros queriéndolos llenar de bagatelas.
En el encuentro, al que también asistió el periodista español Juan Manuel Cotelo, se habló de Dios y de la Iglesia Católica que no quiere, como otras entidades, adueñarse de la juventud, sino que provocar que cada joven se encuentre a sí mismo, que es el primer paso para encontrar a Dios, para alcanzar la felicidad.
Como en algún momento afirmó Cotelo, la Iglesia Católica, que no es la Iglesia de los católicos sino la Iglesia Universal, tiene para todos los que deseen el mensaje más noble y limpio de amor que Jesús predicó hace más de 2 mil años.