Todos nos hemos preguntado al menos una vez en la vida, ¿por qué a él (o ella) sí y a mi no? ¿Qué hice mal para merecer esto? o ¿Por qué la vida es tan injusta?
Todos tenemos lo que merecemos, pero mientras sigamos adoptando el papel de víctimas será más difícil salir de ese hoyo en el que nos hemos metido.
Cuando nos hacemos responsables de nuestra vida y las decisiones que tomamos la pregunta cambia de ¿por qué a mí? a ¿para qué a mí? Aquí es donde está la respuesta y por ende la solución.
Desgraciadamente el karma no siempre es inmediato. Como ya les he repetido en otras ocasiones, el karma es energía en palabra, obra e intención que sale de nosotros, recoge energía similar en el camino y regresa a nosotros multiplicada.
El problema es que ya para cuando regresa se nos olvida qué hicimos y en qué momento lo hicimos, aparte no nos cabe en la cabeza cómo fuimos capaces, pero como dicen, ya ni llorar es bueno.
Si ya estás viviendo en carne propia el error que un día cometiste en esta o en otra vida, te tengo una buena noticia, puedes hacer un “trueque” y pagar por adelantado.
En vez de vivir pagando karmas, puedes experimentar el dharma. Dharma es una palabra en sánscrito que significa “protección”.
Es una manera fácil de protegernos del sufrimiento.
Se preguntarán cómo funciona. Es tan simple como dar eso que te falta. Si el universo no te está proporcionando lo que le pides o te quita lo que tienes es porque algún día tú lo hiciste igual y como dar y recibir es lo mismo, ahora te toca experimentar personalmente lo que un día ocasionaste, esto es con el único objetivo de aprender y evolucionar.
¿Alguna vez has visto casos de personas que no se pueden embarazar y entonces adoptan y al poco tiempo se embarazan? ¿O personas enfermas que ayudando a otros enfermos se curan?
Funciona más o menos así y, si aún dando, eso que crees necesitar no se te da, entenderás las razones y te habrás liberado de ese karma.
¿Cuántas veces nos hemos topado con personas malas que por más que hacen daño pareciera que la vida los premia y por otro lado, gente buena a la que le pasan cosas horribles y creemos que no lo merecen?
Esto pasa porque venimos a esta vida con los “puntos” buenos o malos acumulados de la pasada. Es como el estudiante que se aplica todo el año, y al final ya no tiene que estudiar porque exenta, como también hay el que no hizo nada todo el año y al final se estresa, estudia noches enteras y no pasa.
Por lo regular tendemos a compadecernos del que sufre sin saber cuáles fueron las causas de esto o qué fue lo que lo llevó a pasarla mal.
Muchas veces no nos damos cuenta que somos nosotros mismos los que hacemos de nuestro karma un martirio eterno. Por ejemplo, quieres tener pareja, pero no puedes ver unos novios porque te retuerces de la envidia. Esa energía negativa que sale de ti sigue regresando multiplicada y la posibilidad de encontrar a alguien te será cada vez más difícil, cuando la realidad es que todo lo que ves afuera, ¡es tuyo!
Y si crees que el karma es individual y no le das importancia a tus actos porque piensas que tú serás el único que pague, estas equivocado. Todos somos uno, si por ejemplo eres un padre de familia y cometes un fraude, llegará el día en el que se te regrese y te quedes sin dinero. Este karma lo estará pagando toda tu familia, no solo tú.
Te propongo empezar hoy a acumular puntos para pasar el examen de vida, entre mejor karma acumules vivirás en vacaciones constantes.
En vez de levantarte a ver las noticias y quejarte del país, utiliza ese tiempo para programar tu día, para pensar qué vas a sembrar porque ésa será la cosecha que recibas mañana.
La vida es como un restaurant donde no hay menú. Te servirán el plato que te mereces en el tiempo perfecto y, lo más importante, nadie se va sin pagar.
Para pagar un karma siempre tenemos dos opciones, hacerlo con amor y servicio o con dolor y sufrimiento. Tú decides.