Una de las banderas de este gobierno es el combate a la corrupción, sin embargo, en el ranking realizado por World Index, en donde da a conocer los “10 países más corruptos del mundo, 2022”, México ocupa el vergonzoso cuarto lugar.
El primer lugar de la lista lo encabeza Rusia, seguido de Irán, Colombia y en cuarto lugar aparece México, posteriormente Myanmar.
¿Cómo es posible que México ocupe el cuarto lugar?, se preguntarán algunos, cuando se supone tenemos el régimen menos corrupto y el más combativo contra este mal que aqueja al país desde hace muchos años.
Ojalá que la promesa de cero corrupción se llevara al pie de la letra y fueran diferentes a las administraciones pasadas, como no se cansan de repetir, pero los hechos dicen otra cosa. Ahí está el caso de Segalmex, investigado por la Fiscalía General de la República (FGR) por supuestos desvíos millonarios.
La Secretaría de la Función Pública ha informado que existen 22 denuncias por las que se han abierto 15 investigaciones; y el Presidente ha dicho que “hay un presunto fraude en Segalmex que se está investigando. Ya está la denuncia desde hace algún tiempo y está abierta la investigación”.
La Coparmex ha señalado que, a nivel nacional, cuatro de cada 10 empresas han experimentado algún acto de corrupción por parte de autoridades de los tres niveles de gobierno, por lo que hay un incremento de 6.4 por ciento respecto a 2020, la cifra más alta desde 2019.
Una encuesta realizada por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) sostiene que de los dos mil 471 directivos de empresas ligadas al organismo, entre marzo y mayo de este año, 39 por ciento de los entrevistados dijo haber experimentado un acto de corrupción por parte de algún servidor público al ofrecer, realizar, agilizar o evitar algún trámite, multa o pago a cambio de un beneficio.
Los estados donde reportaron más actos de corrupción son: Chiapas (61.4 por ciento), Quintana Roo (57.6 por ciento), Nuevo León (57.1 por ciento), Guerrero (54.5 por ciento) y el Estado de México, con 52.5 por ciento.
Sería magnífico que la bandera de la lucha contra la corrupción fuera más efectiva que retórica, empezando por el Gobierno federal y terminando con cada uno de nosotros.
Si bien la lucha contra la corrupción es una tarea de todos, es imprescindible que desde el Gobierno federal se ponga el ejemplo, pero, también, que haya campañas en contra de ésta para que la sociedad deje de normalizarla y se sume al combate de la misma, de lo contrario, la impunidad, junto con la corrupción, nos seguirán teniendo en el vergonzoso cuarto lugar.