Hace unos días leí noticias sobre la Primera Ministra de Finlandia, Sanna Marin, quien ha sido duramente criticada y señalada tras la divulgación de un video donde se le ve celebrando su cumpleaños en compañía de amigos, en una fiesta privada.
Los comentarios contra ella son insultantes e injustificables, la desacreditación por ser mujer, joven y celebrar la vida no ha cesado, al grado que la Primera Ministra se realizó una prueba antidoping para demostrar que no consume drogas, tal como lo aseguran sus adversarios.
Especialistas han señalado que los comentarios negativos provienen en su mayoría de hombres, en el sentido de que es malo que una persona joven y mujer esté en ese cargo, dejando de lado sus capacidades, destrezas y eficiencia.
La Primera Ministra no solo ha sido juzgada por sus opositores, también en las redes sociales, olvidándose del excelente desempeño que realizó durante la pandemia por COVID-19 para que en su país no hubiera ni un contagio.
Si bien es cierto que los políticos no estamos libres del escrutinio público, cuando eres mujer los descalificativos son peores, ¿por qué?, por el simple hecho de ser mujer.
Como bien dijo la ministra Sanna Marin, “quiero mostrar que estos cargos también los ocupa gente normal, con una vida corriente. Tengo una vida familiar, una vida laboral y tiempo libre para pasar con mis amigos, exactamente como mucha gente de mi edad”.
Ser mujer y ser joven no debería estar peleado con la capacidad de ocupar cargos de toma de decisiones y, mucho menos, ser juzgada por tener una vida personal.
Eugenia Michtelstein, experta en comunicación política y directora del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de San Andrés, Argentina, destaca: “Sanna Marin, a pedido de la líder de la oposición, se tuvo que hacer un test antidoping después de que circularan videos de ella bailando con amigos. Esto me genera varias preguntas: ¿se lo hubieran pedido a un Primer Ministro varón?, ¿Se lo pidieron a Boris Johnson después de sus bailes con sables de la Guerra de las Galaxias?, ¿No opera un doble estándar ahí?”.
Marin tiene 36 años, en 2019 se convirtió en la Primera Ministra más joven de la historia de Finlandia, y ha dicho que pasa su tiempo libre con amigos al igual que otras personas de su edad, y que pretende seguir siendo la misma persona que antes.
La violencia política de género no es exclusiva en México, se practica en todo el mundo como si fuera un deporte, basta con que una mujer en este sector haga un movimiento para apuntarla con el dedo, descalificarla y desprestigiarla, al grado de poner en duda su reputación y capacidad.
Hablar de violencia política contra las mujeres debe ser la constante, sobre todo en estos tiempos en que las mujeres cada día nos abrimos paso en un mundo donde el patriarcado es el estándar.
Mi solidaridad con ella y con todas las mujeres que abrimos brecha en esto que llamamos política. Hoy más que nunca no debemos de claudicar en los espacios ganados.