“Joker no existe”, dice el personaje interpretado por Joaquin Phoenix, sentado sobre un banco alto frente al jurado que está por decidir si lo condena a muerte o no. En esta escena de Joker 2, su cara se contrae en un rictus donde se azotan su pasado de burlas y rechazos y su presente de fama inesperada, gracias a un personaje que él mismo acaba de matar frente a la Corte y las cámaras de TV.
Aunque parece el peor de sus chistes malos, es un acto de valor, de liberación. Porque está dispuesto a perderlo todo con tal de ser él mismo.
Es una oda que nos invita a decirle que “no” a todos y a decirnos “sí” a nosotros mismos, a dejar de vivir para complacer a los demás, para cumplir sus expectativas, y vivir por nosotros y para nosotros, para encontrar lo que nos haga felices y nos dé paz.
Se trata de romper la trampa que dice que pensar en ti mismo es egoísmo. Pensar en ti es un acto de amor, como dice el emprendedor y coach Alex Souza.
La peli cuenta una historia muy parecida a la que le pasa justo ahora a su director, Todd Phillips, a quien las críticas le han sepultado como avalancha, pero él ha estado dispuesto a decepcionar a todos los fans de los cómics y también, al parecer, a dejar de recaudar muchos millones de dólares en taquilla.
Es cierto: Joker 2 no es una película fácil, pero justo por eso es indispensable porque no cumple las expectativas de nadie, pero es magistral y –muy seguramente– le dará otro Oscar a Joaquin Phoenix, quien aparece desde la primera escena con la piel embarrada a los huesos y nos hace sentir el abismo de soledad que lo carcome en cada gesto.
Por eso cuando dice: “Joker no existe”, Arthur Fleck se niega a seguir el juego de la chica a quien ama y de todos sus fans. No es un monstruo desquiciado que quiere un mundo en caos, sino es sólo un ser humano abandonado por la sociedad.
Primero tú
Para mí, el valor de la película de Phillips es que, como las mejores historias, la de Joker 2 es universal, es decir, nos podemos reflejar en ella sin importar nuestro origen. Es universal porque: ¿quién no ha vivido algún momento de su vida haciendo todo por cumplir las expectativas de los demás? ¿Te suena?
Ninguna persona puede vivir en paz si se la pasa tratando de agradar a los amigos, a la pareja, a los papás, a los jefes, a los clientes, a los inversionistas…
Porque muchos hemos caído en esta adicción de buscar agradar y complacer a todos aún a costa de nosotros mismos. Como le pasa al Joker hasta que decide liberarse.
Si seguimos viviendo en torno al “quedar bien” vamos a terminar exprimidos, sin energía y muy tristes. Porque, por mucho que te esfuerces, nunca le darás gusto a todos.
Mejor date gusto a ti, aprende a escucharte, a conocerte, para saber qué te hace feliz, qué te enoja, qué de da paz, y sigue el camino para darte lo que te mereces. Se van a ir muchas personas que ya no conecten contigo, pero se quedarán las que de verdad te amen tal cual eres. Porque sólo dándote lo mejor a ti podrás darle lo mejor al mundo.
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Genaro Mejía es periodista de negocios, speaker y LinkedIn Top Voices Latam. Estratega en comunicación, storytelling y nuevas narrativas. LinkedIn: @GenaroM / Newsletter: Bar Emprende