Impertinencia de Tlalelolco
En el área gris, que se da cuando se levantan rebeldes e insurgentes en contra del status quo, se piensa que el uniforme es afín a la defensa de las ideas, cuando eso no es sino algo coyuntural. La uniformidad y el ideario de modelo único, nada tienen que ver con la izquierda.
Gabriel Reyes OronaEn el área gris, que se da cuando se levantan rebeldes e insurgentes en contra del status quo, se piensa que el uniforme es afín a la defensa de las ideas, cuando eso no es sino algo coyuntural. La uniformidad y el ideario de modelo único, nada tienen que ver con la izquierda.
Aquellos que en algún tiempo fueron de izquierda, antagonizaron con el gobierno de Washington, y eso, les hizo pensar que comulgaban con la plataforma libertaria que pregonan los movimientos de izquierda. Lo real es que su autoritarismo sólo asume otra forma de ser, sin embargo, con éxito, han lucrado electoralmente disfrazándose con divisa ajena.
Pensar que Chávez o Maduro son de izquierda, precisa de mucha imaginación. Pero ese perfil enfrentará difíciles pruebas en breve, lo que permitirá distinguir si se trata de hombres de estado o solo de populistas.
Los fundamentos de la economía venezolana son más que frágiles, al igual que los de Brasil, que sólo cosechó medidas de orden y progreso que se adoptaron hace décadas. Sí, Lula sólo vino a saludar con sombrero ajeno, dejando una herencia que se hace humo. Al igual que el espejismo español, estos “milagros” pronto pasarán factura.
La demagogia sostuvo desplantes y peroratas, pero tarde o temprano la historia pondrá a todos en su lugar.
En nuestra tierra la verborrea albiceleste es el perfecto equivalente. Una estabilidad que no es sino estancamiento, apuntalado con multimillonarios ingresos -supuestamente excedentes- de la desvencijada industria petrolera. El despilfarro de dos sexenios abusó del porvenir, dilapidando un recurso que debió ahorrarse. Con el nivel de endeudamiento federal con cargo a Pemex, lejos de sobrar, siempre faltó mantenimiento, tecnología y una efectiva modernización.
Importado directamente de esos gobiernos panistas, nuestro canciller no actuó de manera perversa, lo hizo sólo por ignorancia. Ya que incluso, su insostenible posición para ocupar espacios mediáticos, lo puso mal con sus mentores, los funcionarios del vecino gobierno.
Comprando un proceso controversial, se precipitó y nos ubicó en un terreno que nos era ajeno.
El pueblo venezolano, al igual que el brasileño, tendrán que tomar decisiones que sólo a ellos corresponde, pero es inevitable que el futuro de Latinoamérica, tarde o temprano, convoque a sus gobiernos, al de Argentina y al nuestro, para redefinir el derrotero de la región. En ese contexto, un locuaz funcionario es la receta contraindicada. Aún es tiempo de recapacitar. Más oficio y menos amigos.