Carlota es una mamá ejemplar. No se pierde un solo evento del colegio, menos una piñata, donde se la pasa hablando de lo que se sacrifica por ellos.
Pero cuando llega a su casa explota la bomba, se oyen los gritos hasta la casa del vecino, en una hora ya se peleó con los hijos porque no quieren hacer la tarea y con el esposo porque no la saludó como quería. Su mal humor lo atribuye a que siempre está viendo por los demás y nadie se preocupa por ella.
Ese es el mayor error que cometemos los humanos. La cultura con sus pésimas ideas nos ha inculcado que pensar en nosotros mismos antes que en los demás es ser egoístas cuando no es así.
El egoísmo es precisamente no aceptar a los demás y pretender que cambien para podernos sentir bien. Ser egoísta es rechazar a alguien por no ser como tú quieres que sea, lo sabio sería reconocer que necesitas cambiar tú para poderlo aceptar.
Gerardo Shmedling afirmó que pensar en ti no es egoísmo, es autovaloración. Debes pensar en ti porque eres lo más importante, si crees que no lo eres entonces tienes muy poco para ofrecer a los demás.
Piensa en ti porque mereces ser feliz, si no lo crees así, jamás vas a serlo. Siempre da lo mejor para recibir lo mejor, si no lo das entonces ¿qué esperas recibir?
Piensa en ti y no des nada que el otro no merezca recibir o que no se haya ganado, si lo haces, lo estás perjudicando. Al darle gusto a las exigencias de alguien que pide cosas que no se ha ganado, lo conviertes en una persona incapaz de servir.
No puedes dar lo que no tienes, primero tienes que pensar en ti, llenarte de amor, sabiduría, valores y recursos para poder ofrecer un excelente servicio a los demás.
La cultura y sus malas interpretaciones han limitado todo el proceso de autovaloración.
Una persona infeliz no puede agradar a nadie, una mamá que vive de mal humor no puede extender felicidad a sus hijos, una persona incompleta no puede satisfacer a su pareja.
Tú puedes creer que eres una buena persona con los demás porque te preocupas, sufres por ellos, te encantaría ayudarlos, pero no sabes cómo. Es imposible sacar a alguien de un pozo estando metido en él, entonces el ayudar se queda sólo en buenas intenciones.
Para servir a los demás se necesitan dos herramientas: saber cómo servir a otros y tener con qué servirles. La única manera de saber que tienes esas herramientas es teniendo autovaloración. Adquiriendo la capacidad de sentirte abundante, próspero y feliz, aprovechando y disfrutando lo que eres, es cuando serás apto para ayudar a otros.
Algunos de los problemas que causan una baja autoestima están los celos, la envidia, la comparación, la necesidad de humillar a los demás para sentirte bien y tomar malas decisiones por lo poco que crees merecer. Ocasiona problemas emocionales como depresión, infelicidad y hasta disfunciones sexuales.
Recuerda que como te ves te ven, si no crees en ti, ¿cómo esperas que los demás lo hagan?
Desarrollar la autoestima es ampliar la capacidad de ser felices, ya que nos brinda la plenitud que extendemos al resto del mundo.