Historia cíclica, “los científicos” y “los polkos”

El próximo 5 de febrero, en Querétaro, nada habrá que celebrar salvo el funeral de la Constitución de 1917.

Porque con lo ocurrido el pasado 12 de diciembre en el Palacio Legislativo de San Lázaro, donde se modificaron los preceptos constitucionales 25, 27 y 28, México regresó a la etapa del porfiriato, época en que las fuerzas de la reacción mandaban.

Del Constituyente de 1917 solamente queda el recuerdo.

El Faraón El Faraón Publicado el
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El próximo 5 de febrero, en Querétaro, nada habrá que celebrar salvo el funeral de la Constitución de 1917.

Porque con lo ocurrido el pasado 12 de diciembre en el Palacio Legislativo de San Lázaro, donde se modificaron los preceptos constitucionales 25, 27 y 28, México regresó a la etapa del porfiriato, época en que las fuerzas de la reacción mandaban.

Del Constituyente de 1917 solamente queda el recuerdo.

En la actualidad, en todos los centros escolares del país  se han olvidado los postulados revolucionarios, como: “La Tierra es de quien la trabaja”, “Tierra y Libertad”, “Sufragio Efectivo No Reelección”, “Justicia Social”,  la Separación Estado-Iglesia. 

 El concepto “Soberanía Nacional”, simplemente es una expresión que gracias al neoliberalismo, son dos palabras que ahora están en el basurero de nuestra historia.

Para tratar de entender la dimensión de lo que las Cámaras de Diputados y Senadores hicieron con la Constitución de 1917 –labor de zapa iniciada a partir del sexenio 1982-1988– es obligado recordar algunos hechos que llevaron a los mexicanos a derrocar a Porfirio Díaz Mori y a la necesidad de modificar la Carta Magna, hace 97 años.

El  dictador Díaz, en 1890, enfrentó para no variar una crisis financiera y por supuesto la devaluación del peso a causa de la depreciación de la plata en los mercados mundiales.

Entre otras cuestiones delicadas, la incipiente dictadura profirista tenía el problema de la guerra en la región Yaqui, así como un movimiento en contra del gobierno establecido, cuyo líder era Catarino Garza.

Estos y otros muchos elementos, amenazaron el proceso electoral federal de 1892.

Con estos antecedentes, el 5 de abril de ese año apareció en la escena política el Partido Unión Liberal (“Los Científicos”), para apoyar la reelección de Díaz. 

Esta nueva organización política fue ideada y fundada por José Yves Limantour, quien se convirtió en secretario de Hacienda durante 19 años (1892-1911).

El concepto de “Los Científicos”, se consolidó cuando este grupo de funcionarios y políticos difundieron que su propósito era el de “abogar por la dirección científica del gobierno, así como el desarrollo científico del país”.

Iniciado el siglo XX, “Los Científicos” ya eran sinónimo de corrupción.

Este grupo de conservadores fue una generación que nació entre 1840 y 1856 y el pueblo los consideró como “gente bonita” o “niños bonitos”.

Todos ellos lograron infiltrarse en el sector financiero de la época. 

Amasaron grandes fortunas y su tendencia era la oligarquía, el conservadurismo y la tecnocracia.

Los que afirman que la historia es cíclica, no se equivocan, porque durante el porfiriato “Los Científicos”, o tecnócratas, buscaron un nuevo sistema tributario, eliminar las aduanas interiores, reducir tarifas arancelarias, el mejoramiento de la educación pública, de la justicia, atraer colonos y capitales extranjeros con nuevas políticas comerciales.

Este grupo conservador de fines del siglo XIX e inicios del XX, esperó que el dictador Díaz algún día les otorgara la oportunidad de gobernar México.

Van algunos nombres de los conservadores o tecnócratas del porfiriato:

José Yves Limantour, Ramón Corral, Enrique C. Creel, Manuel María Flores, Miguel S. Macedo, Joaquín Diego Casasús, Francisco Bulnes, Emilio Pimentel, Emilio Rabasa, Rosendo Pineda y Olegario Molina.

Polkos, otra historia

Ocurrió hace 166 años, cuando se registró la rebelión de “Los Polkos”, grupo que apoyaba a Antonio López de Santa Anna. 

Se trató de un levantamiento armado en contra de la ley del 11 de enero de 1847, legislación propuesta por Valentín Gómez Farías y que afectaba al clero católico.

En sus acciones militares “Los Polkos” obstaculizaron el envío de recursos económicos y militares a Veracruz, en los momentos en que la milicia de Estados Unidos invadía el territorio nacional.

Conclusión: “Los Científicos” y “Los Polkos” nunca regresarán a México porque jamás se fueron.

Emilio Gamboa, Raúl Cervantes Andrade, Don Beltrone, Jorge Luis Preciado, Luis Alberto Villarreal, Roberto Gil Zuarth, Gustavo Madero y César Camacho, pasan lista de presente.

¿Le cambiarán el nombre al PRI? 

Después de lo registrado durante la primera quincena de diciembre, todo hace pensar que el PRI dejará de ser el Partido Revolucionario Institucional, pues las acciones que realizaron sus legisladores tanto en la Cámara alta como en la baja, no tienen nada de revolucionarias.

No estaría mal retomar las siglas PUL. Es decir, Partido Unión Liberal, ese de “Los Científicos”. 

O como se intentó durante el sexenio 1988-1994, y bautizarlo como Partido Solidaridad.

César Camacho Quiroz e Ivonne Ortega tienen la palabra; en todo este galimatías no estaría mal que opinaran Gustavo Madero; “El Niño Verde”, Jorge Emilio González Martínez y hasta “Los Chuchos”, al fin que todo es lo mismo.

Próximos delegados del revolucionario

Con la nominación de Ulises Ruiz Ortiz como delegado del PRI en Quintana Roo –donde por cierto dicen que el gobernador, Roberto Borge Angulo, oficialmente ya tiene compañero de tertulias y de juergas– en el tricolor preparan otras designaciones similares.

Humberto Moreira regresa de Barcelona para convertirse en flamante delegado priista en Tamaulipas, para estar cerca de la entidad que gobierna su hermano Rubén.

Mario Marín, “El gober precioso”, prepara maletas y espera el telefonazo de Camacho Quiroz, quien le busca una delegación donde se tomen muchas botellas de coñac, como las que acostumbra o acostumbraba enviarle a sus amigos cuando era mandatario poblano.

Como a Fidel Herrera se le chispó la embajada de México en Grecia, en el Comité Ejecutivo Nacional del Revolucionario Institucional, están muy atareados buscándole acomodo en alguna entidad donde no haya mucho que gastar, porque “El Negro Herrera” anda escaso de dinero.

Tomás Yarrington Ruvalcaba, una de las cartas fuertes del PRI, merece un lugar especial, de ahí que su nombramiento tarde un poco para que en el momento adecuado llegue al lugar preciso.

Eduardo Robinson Bours Castelo, es otro distinguido cuadro tricolor. Se le busca un estado donde no se cuenten con muchas guarderías y realice con eficiencia su labor como delegado.

En Natividad González Parás, la dupla Camacho-Ortega tiene un serio problema porque en el territorio nacional no hay un edificio como el Saint Regis, donde “Nati” vive como jeque. 

El embrollo estriba en que el exgobernador de Nuevo León no acepta llegar a cualquier otro sitio que carezca de los servicios primermundistas del St. Regis.

No sería aventurado que fuera delegado plenipotenciario priista en Nueva York, ciudad en la que Camacho Quiroz es propietario de un excelente piso.

Que no lava ni plancha

Después de que al ex de Aguascalientes, Luis Armando Reynoso Femat, y a su hijo del mismo nombre, les han demostrado que durante su gobierno hubo uso indebido del presupuesto, en una declaración (Milenio, 15 de diciembre) dijo: “No soy corrupto ni lavo dinero. (Solamente) he sido un actor político incómodo (…)”

A Elba Esther no le falta su pan

Los que saben, platican que a la maestra Elba Esther Gordillo no le hace falta el pan, ese del que se come.

Dicen que cada tercer día, muy temprano, uno de sus empleados va al restaurante “Balmoral” a comprar los panecillos que acostumbraba degustar cuando negociaba en su mesa preferida del café de marras.

No todas las internas en el penal de Tepepan, especialmente las que se encuentran en la Torre Médica, tienen el privilegio y menos el dinero para darse estos pequeños gustos.

Leche, indígenas y cultura

Al licenciado Héctor Pablo Ramírez, director general de Liconsa, se le observa como un funcionario improvisado o hecho al vapor.

En una conferencia de prensa explicó que “los indios en México” carecen de una cultura alimentaria. 

Que el fuerte de los indígenas no es el consumo de leche “porque les cae mal” y que por eso desde el vientre materno ya probaron los refrescos de cola.

El profesionista Héctor Pablo Ramírez dejó entrever que los indígenas nacen con una Coca-Cola o una Pepsi-Cola en la mano ¡Vaya competencia en el sector rural mexicano!

El director General de Liconsa es uno de los miembros más preparados e inteligentes del gabinete ampliado del Gobierno Federal. 

Por ello Rosario Robles, titular de la Sedesol, deberá cuidarse del talento del señor Ramírez.

Al interior de Liconsa, platican que Héctor Pablo Ramírez presume que llegó a ese cargo gracias al secretario de Hacienda, Luis Videgaray ¿será?

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