La “industria” de cine en México está a la deriva, y lo pongo entre comillas, porque siempre he puesto en tela de juicio la idea de que en el país exista eso, una factoría real del séptimo arte, porque la mayor parte de los fondos para crear filmes viene del Estado.
Y es una tristeza que en verdad no se pueda hablar de una industria, porque de existir, no se estaría pasando por los tragos amargos que actualmente a todos los involucrados en el gremio preocupan.
He hablado con varios festivales a lo largo de mi paso editorial y siempre hago la pregunta incómoda: ¿Cuál es el presupuesto para alzar la muestra fílmica? La respuesta año con año es desfavorable, siempre a la baja, nunca al alza.
Esto se debe a que lamentablemente se depende en una mayor medida del Gobierno federal para sustentar los recursos, porque sigue sin haber inversión privada o participación ciudadana que pueda sostener el cine en México.
Ahora mismo, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas revienta, no pueden continuar actividades por falta de fondos, entonces, tendrán que cesar actividades y, por ende, no habrá convocatoria para los premios Ariel en 2023.
Un día antes, el Festival Internacional de Cine de Guadalajara hizo público en redes sociales que el gobierno jalisciense busca reducir el presupuesto de su edición 38, en más de 70 por ciento.
A esta muestra fílmica se le suman varias independientes que he consultado en los últimos meses, el Bajío International Film Festival, el International Queer Film Festival Playa del Carmen y Cuórum Morelia, solo por mencionar algunos, y el tema es el mismo: no hay recursos públicos ni partidas presupuestales que lleguen a ellos.
Pero el Instituto Mexicano de Cinematografía se quiere seguir parando el cuello en las galas, ceremonias y festivales, contribuyendo con materiales de acervo o presumiendo que son el organismo federal por antonomasia.
Según me relatan fuentes cercanas, quienes pertenecen a este brazo de la Secretaría de Cultura federal se dan la desfachatez de llegar a eventos oficiales públicos, incluso, en estado inconveniente, creyéndose intocables, y ese es justo el problema, quienes estuvieron antes en la iniciativa privada, ahora abusan de su poder en el erario.
Porque es un secreto a voces que el dedazo permanece en este tipo de organismos, que a diestra y siniestra se da dinero para realizar películas por ser amigo, cuate o compadre, y las carpetas de producción al final del día no importan, lo que sobresale es la camaradería. Lo mismo pasa con cualquier rubro fílmico, dígase los festivales.
¿De quién es la culpa?, ¿del gobierno por no soltar más dinero?, ¿de quienes lo administran a su antojo? Reflexionemos.
Y pues henos aquí, 25 años después cantando la misma canción, de Poncho Kingz, “Zero varo”, lo más irreal, es que el título del álbum de donde se desprende este sencillo es Plan de contingencia (1997), entonces, creo que eso es lo que sigue ahora, idear una manera de seguir adelante con el cine, aunque no haya dinero, aunque la industria sea “de mentis”, aunque falte una cohesión del gremio a nivel nacional.
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