Solo hay tres cosas a las que sabía que me podía dedicar profesionalmente: la prestidigitación, la gastronomía o al séptimo arte, elegí la última, pero las otras dos, se quedaron orbitando a mi alrededor, hasta el día de hoy.
Por eso, cuando hay alguna película que tiene que ver, ya sea con la comida o con los sortilegios, me apasiona ver los resultados, y vaya que me ha tocado ver de todo tipo de producciones, tanto buenas, como otras que resultan olvidables.
Hace unos días pude ver El Chef (2021), segunda cinta de Philip Barantini, de la cual debo decir que lo único desafortunado es su título en español debido a que ya hay varias películas traducidas con ese nombre. Lo mejor hubiera sido hacer uso de su título original, Boiling point, o lo que es lo mismo, punto de ebullición.
Al inicio, la historia parece no tener mayor drama, un chef en ascenso en este mundillo gastronómico en Reino Unido, quien está emproblemado hasta el tope; un clásico ejemplo de familia disfuncional, que no puede administrar su tiempo adecuadamente.
Pero lo que resulta atractivo, pasados los primeros minutos del largometraje, es el estilo visual que propone, un plano secuencia de todas las acciones que están alrededor de este profesional de la cocina y su entorno de trabajo, el restaurant Jones & Sons (que existe realmente) y es un lugar de élite.
Andy Jones (Stephen Graham) es el protagonista de la historia que, como su título original lo dice, es una válvula de escape a punto de estallar. Poco a poco va desarrollándose por el caos de su vida y la de sus empleados. Todo ocurre en fechas decembrinas.
Entrando en detalles técnicos, fue toda una proeza para Barantini lograr el filme, porque sí es un auténtico plano secuencia el que se ve de principio a fin; además, el rodaje estaba planeado justo en marzo del 2020, ¿recuerdan esas fechas?
Originalmente iban a rodar ocho veces la película, en cuatro días consecutivos para elegir cuál sería el mejor resultado; no obstante, esto fue imposible. Los realizadores decidieron jugársela y apresurar lo antes posible la producción, entonces sólo estuvieron en el set la mitad de tiempo y obtuvieron cuatro tomas de la película.
El resultado final que se ve a cuadro es el tercer intento que se logró en las instalaciones de Jones & Sons, y es sumamente deleitable, hay claros y precisos guiños al arte culinario y posibles “errores” intencionales que solo expertos podrán notar, desconozco si fueron premeditados.
Ahora, si nos ponemos exquisitos, podríamos usar este filme como una metáfora de los tiempos que todos vivimos actualmente, ¿quién no está sometido ahora mismo a altas cargas de estrés, burnout laboral o la vorágine que conlleva vivir en una ciudad? Les invito a ver esta película y reflexionar al respecto.
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