El ocaso del amor
“Nada distingue los recuerdos de otros momentos: es sólo más tarde que son reconocidos por sus cicatrices”. La Jetée (1962) Chris Marker Un hombre y una mujer (1966) marcó un antes y un después en el cine internacional, porque más allá de que esta haya sido una película romántica, no olvidemos que ambos personajes protagónicos […]
Hidalgo Neira“Nada distingue los recuerdos de otros momentos: es sólo más tarde que son reconocidos por sus cicatrices”.
La Jetée (1962) Chris Marker
Un hombre y una mujer (1966) marcó un antes y un después en el cine internacional, porque más allá de que esta haya sido una película romántica, no olvidemos que ambos personajes protagónicos pasaban por un duelo personal, y esto les hizo encontrarse en su dolor.
El cineasta francés Claude Lelouch volvió a explorar la idea de reunir de nuevo a los actores Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignan para una secuela, que llevó por título Un hombre y una mujer: 20 años después (1986), y pese a que este dueto es inolvidable, no lograron sumar la misma magia que el primer largometraje.
Ahora, a más de 30 años de distancia, el director decidió una vez más juntar a sus estelares para cerrar con una trilogía y pensar en la idea: ¿qué pasaría con una pareja que estuvo enamorada mutuamente toda su vida, pero que vivieron caminos separados?
El resultado fue Los años más bellos de una vida (2019), una cinta romántica que sale del molde hollywoodense y que hace un espejo realista de las relaciones humanas, sobre cómo es que se vive el amor en la tercera edad, con todos los altos y bajos que conlleva esta etapa final de la vida.
Por ejemplo, Jean-Louis Duroc (Trintignan) se encuentra viviendo en una casa de retiro, y su hijo sospecha que la memoria le empieza a hacer una mala jugada, porque su padre ya no es tan lúcido como antes, pero hay momentos de ensueño, donde el hombre mayor todavía tiene reflejos de lucidez.
Para ver si su padre puede tener una mejor estimulación a su memoria, busca a Anne Gauthier (Aimée) y le pide que vaya a visitarlo, el encuentro causa chispas de inmediato entre los dos, Duroc siente de nuevo que es un joven piloto y que está reencontrando al amor de su vida, y al parecer nuevamente es correspondido.
Este largometraje que llega al fin a salas mexicanas, bajo la distribución de Cine CANÍBAL, es como un salto al futuro para quienes todavía no estamos en la vejez, y nos hace pensar en cómo hemos idealizado nuestras relaciones personales, en ocasiones hasta al borde de la fantasía, sabiéndonos románticos e incluso sensibles con quienes han formado parte de nuestra vida emocional.
Duroc es más que un soñador empedernido, él sabe sacar ventaja de su senectud y de esto se empiezan a percatarse tanto su hijo como los cuidadores de la casa de reposo; a partir de la llegada de Gauthier, él rejuvenece en alma, y ahora no solo tiene un mejor humor, sino que tiene la esperanza de algún día fugarse con ella, cuales adolescentes escapando de sus padres.
Un dato que tal vez rompe un poco el corazón es que Trintignan recién acaba de fallecer el 17 de junio, a los 91 años, por lo que Los años más bellos de una vida es la última película que se estrenó con él todavía en vida, y cerró a tiempo esta trilogía, por la que seguramente será recordado por generaciones.
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