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Tras el primer año de gobierno, se esfumó la oportunidad de aplicar el primer consejo de la anécdota política, esto es, “échame la culpa”. Ahora deben revisarse con profundidad, pero sobre todo, con severa autocrítica, los resultados. Algo está fallando y no se corregirá sólo. Muchos piensan que por inercia o realismo mágico las cosas se compondrán, pero por el contrario, el túnel de las reformas muestra la luz aún lejos.
Gabriel Reyes OronaTras el primer año de gobierno, se esfumó la oportunidad de aplicar el primer consejo de la anécdota política, esto es, “échame la culpa”. Ahora deben revisarse con profundidad, pero sobre todo, con severa autocrítica, los resultados. Algo está fallando y no se corregirá sólo. Muchos piensan que por inercia o realismo mágico las cosas se compondrán, pero por el contrario, el túnel de las reformas muestra la luz aún lejos.
Para propios y extraños encabeza la lista Galindo Favela, la realidad presupuestal fue inclemente con él, pero un voto de confianza es ya impresentable, mucho aprendió seguramente, pero reactivar la economía tomará más de un año, al margen de las cifras alegres que provienen de un sector oficial con grandes necesidades de buenas noticias. Los “analistas”, se ve con claridad, son un rebaño cerrado o parvada que cambia de dirección y pronóstico a la menor provocación.
Pero las reformas son medio y no fin. Arrancará el año con partidos políticos con miras a presentar opciones políticas dominantes y con autoría de normas que pretenderán vender como propia ante el electorado. Y en todo ello, llama la atención como Maderito pudo canalizar el control de la reforma energética hacia los organismos que se encuentran colmados de sus huestes, a quienes les resultará invisible la forma en que de manera anticipada privatizaron la industria y la repartieron entre empresas cercanas.
Al paso que el PRI ha tomado las riendas de la administración, le tomaría al menos una década para sustituir a la burocracia azul, la cual sigue poniendo piedras en el camino buscando el retorno.
Los compromisos son muchos, pero a la primera hornada ya se le cumplió y el derecho a quedarse se tuvo que haber ganado. El equipo Hidalgo y el Edomex, pasaron de ser anecdóticos a constituir verdaderas corrientes dentro del gobierno, y las primeras bajas ya se notan. El fuego amigo se lee todos días.
En tanto, la oposición se ha recompuesto y está lista para dar la batalla. Duro será el examen tras las declaraciones fiscales de abril del 2015, y más aún tras una merma importante en el número y calidad del empleo, con motivo de las “salvadoras” reformas.
La reforma anticorrupción mostró ser la menor preocupación del equipo negociador, la rendición de cuentas panistas fue mercada por votos, y ahora, son los que recién salieron los que acusan y señalan. La desaparición de la SEFUPU lejos de concretarse, se esfumó, manteniendo a varios miles de operarios bajo la nómina pública, sin que la gestión oficial haya mejorado o se hayan eliminado a malos servidores públicos. La divisa de esa unidad, se mantuvo, ver, oír y callar.
La Auditoría Superior de la Federación con ocasionales anuncios tronantes, sigue con un índice de bateo que no corresponde a la rampante corrupción que cobijara el oscuro michoacano. Mientras se sigue llenado el país de “órganos constitucionales”, el clamor de resultados se acalla con la promesa de más reformas.
Ahora se precisa de Funcionarios Estructurales.