George Miller tuvo que dejar pasar 30 años para volver a desarrollar una historia del héroe post-apocalíptico que le dio un asiento de director en Holly-wood y el respeto de los estudios por haber logrado con 400 mil dólares australianos, una producción que redituó más de 100 millones de dólares.
“Mad Max: Furia en el camino” se convirtió en un éxito en el 2015, dándole también ventana a Miller de ser el jurado presidente de Cannes en este 2016, demostrando al final de cuentas, que haber macerado durante tres décadas una nueva entrega, valió la pena por completo, tanto para la crítica como para los fanáticos de la saga y nuevas generaciones.
El refrito o remakes de churros hollywoodenses es una tendencia que lleva presente durante años, y la actualidad no es la excepción, ya que este año llegarán a la pantalla grande “La leyenda de Tarzán”, “Cazafantasmas” y “Mi amigo el dragón”, por mencionar algunos títulos.
Y claro, la tan esperada secuela “Día de la independencia: Contraataque” que llega 20 años después del estreno de la primera cinta.
Sin embargo esta esperanza por volver a una historia que marcó el cine de éxitos de verano, se rompe al fracasar en una aventura que se queda corta en todos los sentidos.
En el “Día de la independencia” (1996) 40 minutos pasan para que el primer ataque alienígena suceda a cuadro, acrecentando la tensión ante la catástrofe por venir. En la nueva entrega, el abuso exorbitante de la destrucción llega sin crear sorpresa ni seducción visual al espectador.
El ritmo atropellado ante una edición que no ofrece undescanso, hace sentir en la butaca que el filme fue mutilado para cerrarse en los 120 minutos de duración.
La acción es desmedida, además de haber cambiado el sentido del suspenso por la comicidad entre los personajes, restándole credibilidad al universo creado por el mismo equipo creativo de Roland Emmerich y Dean Devlin.
El recurso por querer pasar la estafeta a una nueva generación de actores, es la manera en cómo buscan conectarse con los millenials que apenas nacían en el año 1996 o todavía no llegaban entrado el año 2000, pero el intento fracasa estrepitosamente.
Con anterioridad, en este mismo espacio se explicó, cómo es que las producciones antes sorprendían más por su historia a pesar de tener bajo presupuesto para ingeniar efectos especiales, el primer “Día de la independencia” es claro ejemplo de esto pues se realizó con 75 millones de dólares y recabó más de 800 millones en taquilla.
Hoy, a 20 años del proyecto, Emmerich y Devlin apostaron por el uso exagerado de CGI y un guión carente de diálogos inteligentes… curiosamente el dueto creativo consideró volver a este producto en distintas ocasiones, descartando en el tintero las ideas por no ser demasiado buenas según su opinión profesional.
Si esta secuela fracasó para quienes crecimos viendo el primer churro en el cine en 1996 ¿Cómo habrían estado de malas las otras versiones que no lograron llegar al cine?