Ante la inminente pérdida del registro de Futuro, quien terminó muy bien acomodado en Morena y con “hueso” garantizado, es Pedro Kumamoto Aguilar. Foto: Especial

Redes de Poder GDL: Hagamos y Futuro: mea culpa

Hagamos y Futuro se encuentran en la antesala de la pérdida de su registro como fuerzas partidistas estatales en Jalisco

Los partidos políticos locales de Hagamos y Futuro, el primero de ellos vinculado con la Universidad de Guadalajara, y el segundo teniendo como su principal liderazgo al otrora político independiente, Pedro Kumamoto Aguilar, se encuentran en la antesala de la pérdida de su registro como fuerzas partidistas estatales en Jalisco, tras muy pocos años de existencia.

Y aunque el propio Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco ha precisado que su registro no será cancelado sino hasta que se resuelvan de forma definitiva todas las impugnaciones que han promovido esos partidos vinculadas con dicho asunto, lo cierto es que no les vendría mal comenzar a reflexionar sobre los pasos que dieron para llegar a esta situación.

En efecto, aun considerando un próximo escenario favorable para esos partidos en el cual terminaran conservando sus registros en el estado, lo estarían logrando prácticamente de “milagro”, rescatando votos con las uñas, lo cual difícilmente podría calificarse como un resultado satisfactorio para sus respectivas dirigencias.

Perdió su esencia

Por lo pronto, ante esta situación en la que hoy se encuentra, puede afirmarse que, para el caso de Futuro, fue una mala decisión su determinación por renunciar a su halo de independencia para abandonarse en los brazos de Morena, pues es significativo que ni siquiera estando cobijado bajo esa poderosa marca electoral haya logrado obtener los votos mínimos necesarios para seguir con vida en el estado.

De esta manera, Futuro terminó perdiendo su esencia independiente –el único atributo que lo desmarcaba del resto-; con una imagen pública desdibujada; enfrentando el riesgo de verse extinguido; y sin haber logrado el triunfo que anhelaban para

 Kumamoto Aguilar en Zapopan.

Eso sí, el que terminó muy bien acomodado en Morena y, al parecer, con “hueso” garantizado, fue precisamente Kumamoto Aguilar.

Brazo partidista

Hagamos, por su parte, nació porque así lo instruyó Raúl Padilla López, el finado exrector de la Universidad de Guadalajara que controló los destinos de esta institución pública por más de tres décadas. Por eso, ante un escenario en el que se confirmara la pérdida del registro para el partido, se abriría entonces una encrucijada interesante para el grupo político que ahora dirige a la casa de estudios:

¿Vale la pena que la Universidad continúe insistiendo en tener un brazo partidista como lo quería Padilla López, aun a costa de distraer en ese proyecto político sus recursos humanos y materiales?

Existe una alternativa: que sus actuales dirigentes opten por sepultar ese afán de poder político, para comenzar a profesionalizarse como verdaderos gestores educativos –hoy su rector, Ricardo Villanueva Lomelí, tiene un pie en la arena educativa; y el otro en el ámbito partidista-.

Bajo el caso de que decidan continuar esforzándose en tener un brazo partidista, entonces debiera preocuparles que la estructura de la Universidad como maquinaria electoral no haya sido capaz de obtener la votación mínima para conservar su registro estatal.

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