En dos fechas próximas y significativas estamos conmemorando las dos piezas clave –una más dañada que la otra- de la vida nacional. La madre y el maestro. Con la idea de aportar para la reflexión compartimos con los lectores algunas consideraciones, en esta semana de Adéndums y de Pactos, con ánimo de revitalizar la educación nacional.
Alguien comentaba recientemente, y no sin razón, al ver y leer sobre las ordas de maestros que invaden en estas fechas carreteras y calles, “cómo son incómodos y molestos, pero los prefiero ahí que en las aulas –decía-; la verdadera mala noticia será cuando me digan han vuelto a las aulas, ahí sí que harán daño”. Quisiera escuchar con la misma claridad y visión con la que el Secretario Videgaray plantea la reforma Financiera que alguien nos hablara y explicara la reforma Educativa. ¿En verdad qué vamos a hacer? Vasconcelos ya no está.
José María Albino Vasconcelos Calderón nacido en Oaxaca un 27 de febrero de 1882, abogado, político, escritor, filósofo, educador y funcionario, también conocido como el maestro de América, murió a los 77 años un 30 de junio de 1959, en 50 días conmemoraremos el 54 aniversario de su fallecimiento buena fecha para entender y revivir en serio su legado, señor Chuayffet.
Muchos años de corrupción mediocridad y vileza han desdibujado el panorama. Nuestros maestros, que los hay, necesitan, como decía – proféticamente- Vasconcelos, “Soñar y realizar el sueño, eso es lo que debe hacer el maestro, si no quiere perder su influencia”.
En su filosofía educativa, y vale la pena recordarlo en el día del maestro, Vasconcelos propone cinco valores:
1) sentir la cultura mestiza como base del concepto de mexicanidad;
2) mexicanizar el saber… hacer objeto de estudio la antropología y el medio natural del país;
3) hacer de Latinoamérica el centro de una gran síntesis humana;
4) emplear el sentido de servicio y amor fraterno del ser humano, como medio de ayuda a los más desprotegidos y,
5) valerse del industrialismo… para promover el progreso de la nación.
Para alcanzar estas metas, consideró Vasconcelos que la influencia del maestro es decisiva, él es quien debe despertar los valores morales y espirituales del alumno. La misión del maestro consiste en provocar el desenvolvimiento de las potencialidades nobles del alumno.
Estando Elba Ester Gordillo en su lugar y una vez que se limpie de verdad la cloaca volvamos a ver, con el maestro Vasconcelos, la educación como el motor que genera conciencias, y despierta el espíritu, su verdadera novedad consistió en concebir la educación como una palanca para remover conciencias, como un despertar del mexicano, que se realizaría no sólo por la experiencia escolar, sino por la difusión de la cultura, de los libros. El maestro es de esencia un soñador empedernido, un idealista consumado que requiere que por activa y pasiva se le recuerde –con palabras y en los hechos- que la educación, es la palanca que rescata al hombre de la ignorancia, que lo hace libre. “Mediante la educación y la reflexión, el hombre descubre la verdad y alcanza la redención del espíritu…la verdad y la belleza lo guían hacía su realización integral”, afirmaba.