Esta es la historia de tres amigos en una cantina y de cómo uno de ellos soñaba con dejar de ser proveedor para convertirse en papá de tiempo completo. Es una historia de utopías y estereotipos. Y tú, ¿qué piensas?
Los tres amigos chocaron sus copas y dijeron: ¡salud! Fue la única forma que encontraron aquella noche en la cantina para romper el silencio incómodo que provocaron las palabras de Roberto, seguidas de su nudo en la garganta y de esas lágrimas que se quedaron atoradas en sus ojos.
–Cuando regreso a casa después de varios días de trabajo, ya nadie me quiere abrazar ni dar besos. Me siento como un desconocido para mi esposa y mis hijos –nos contó para luego desviar la mirada y decir: “¡Salud, amigos!”
Con la confianza que provocó esa confesión, Luis también se animó a contarnos cómo su primer matrimonio se había ido al carajo cuando empezaron los problemas financieros. “El amor se fue por la puerta en cuanto dejó de haber dinero para viajes, lujos y caprichos”, nos dijo.
Te cuento esto porque si eres hombre y emprendedor (con negocio propio, freelance o intrapreneur) es muy posible que estas circunstancias te resuenen. Poco se habla en nuestra sociedad actual del papel de proveedores que seguimos teniendo como padres.
Esa noche, en la cantina con mis amigos, me di cuenta de que no soy el único que siente que si no provee no tiene ningún valor para su familia ni para la sociedad.
Papá de tiempo completo
Cuando me quedé sin trabajo por la pandemia y pude pasar más tiempo en casa con mi hijo, sentí una paz y una felicidad tan plenas, como nunca las había sentido.
Pensé, por un segundo,en qué sería de mi vida si yo fuera el amo de casa, si me encargara de tiempo completo a cuidar a mi hijo y a hacer las labores del hogar, para dejar mi profesión y mi trabajo en segundo plano.
Lloré mucho cuando el mundo fue regresando a la normalidad y tuve que volver a salir y a pasar muchas horas fuera de casa, sin ver a mi hijo. Lo extrañaba mucho y extrañaba mucho el “yo” que soy cuando estoy con él: alguien sin estrés, alegre, bromista, creativo, lleno hasta el borde de vitalidad.
No sé tú qué piensas y cuál es tu propia historia, pero para mí esa idea de dejar de ser papá proveedor para convertirme en amo de casa fue sólo un sueño, una utopía. No hay condiciones ni económicas, ni sociales, ni culturales para que yo pueda convertirme en papá de tiempo completo.
Y presiento que estas condiciones no son sólo las mías, sino las de miles de hombres que, después de décadas de trabajar sin descanso (yo trabajo desde los siete años), sueñan con renunciar –aunque sea de forma parcial– al mundo laboral donde todo es una imposición constante por generar más dinero, por obtener un mejor puesto o por atraer a más clientes.
La sociedad y los expertos nos exigen que, “más allá de sólo ser proveedores, debemos dar afecto, cariño y tiempo”, según un artículo de Gaceta UNAM. Créanme que muchos de nosotros necesitamos y anhelamos dar y recibir ese tiempo, afecto y cariño, pero muchas veces la exigencia salvaje de este mundo capitalista nos impide lograrlo.
Escribo esto no como queja, sino como una reflexión necesaria en un mundo donde debemos seguir esforzándonos por derribar estereotipos que nos asfixian, estas cajas que nos encierran y que, en una charla de cantina entre amigos, nos dejan con las lágrimas atoradas en los ojos.
¡Feliz Día del Padre a todos!
Nota: El contenido de esta columna es responsabilidad del autor y no representa la postura del medio
Genaro Mejía es periodista de negocios, mentor, consultor y speaker. LinkedIn Top Voices Latam 2019 y fundador de BAR EMPRENDE.