Gabino, Mondragón y Kalb, Esteva Salinas y la SSP
La nueva izquierda, o la izquierda modernizadora, crearon algunos monstruos que ante la coyuntura provocada por el remedo de transición democrática del año 2000, llegaron a gubernaturas.
Son los casos de Gabino Cué, Ángel Heladio Aguirre, Rafael Moreno Valle y Mario López Valdez.
El mandatario de Oaxaca, Gabino Cué, es uno de los principales referentes. Es el ejemplo del político traicionero.
El ahora ejecutivo estatal oaxaqueño, meses antes del proceso electoral para gobernador, se le pegó como lapa a López Obrador, quien había planeado un recorrido por los 418 municipios de Usos y Costumbres de esa entidad.
Durante cuatro meses AMLO se acercó a los oaxaqueños marginados y el entonces senador Cué se convirtió en la sombra del político tabasqueño.
Fue así como Gabino realizó una campaña disfrazada y obtuvo el gobierno estatal.
Fue a partir del uno de diciembre del año 2010 que el nuevo mandatario de Oaxaca inició la ruptura con López Obrador. Al grado de no invitarlo a su Toma de Posesión y mucho menos a un Lunes del Cerro.
A Dante Delgado, dirigente espiritual del Movimiento Ciudadano, hace varios meses le propinó una cachetada política, al nombrar como secretario general de Gobierno a Jesús Martínez Álvarez, acérrimo enemigo de Dante.
Por si fuera poco, hace algunos días Gabino Cué contra el guía moral del Movimiento Ciudadano al imponer como Secretario de Seguridad Pública a Alberto Esteva Salinas, otro enemigo a muerte del exembajador de México en El Vaticano.
Al final del día, la imposición de Esteva Salinas se finiquitó pese a las órdenes de aprehensión que la PGR tiene contra el nuevo titular de la SSP en Oaxaca.
Lo raro en todo este caso es que Esteva Salinas no hizo los exámenes de control de confianza, sicométrico y el toxicológico.
Manuel Mondragón y Kalb, titular de la SSP a nivel federal, tiene mucha tarea de investigación en tierras oaxaqueñas.
Graco, historias de traición y simulación
Para estar ciertos del talante de Graco Ramírez Garrido Abreu (otrora “luchador social”), hoy gobernador de Morelos, es indispensable recordar algunos puntos clave de su trayectoria de simulación, oportunismo y traiciones, que lo hicieron llegar al actual cargo que detenta y se puede apostar que después de la gubernatura desaparecerá del escenario político nacional.
Por supuesto, sin nada que le falte y mucho que le sobre.
Vamos, si hubiera un Premio Nobel de Lealtad y Honestidad, seguramente el mandatario morelense desde cualquier perspectiva, jamás sería un aspirante serio a obtenerlo.
El perfil de Graco Ramírez no es de las mejores recomendaciones como para ser el titular del ejecutivo del estado de Morelos. Su historia es bastante interesante como trepador político.
Era noviembre de 1971 cuando un grupo de verdaderos luchadores sociales y alguno que otro vividor, se dieron a la tarea de crear el Comité Nacional de Auscultación y Consulta, CNAC. No tuvo que pasar mucho tiempo y la burocracia en este organismo, para darle un vuelco profundo al membrete, cambió su nombre a Comité Nacional de Auscultación y Organización, CNAO.
Esta organización que años más tarde se convertiría en el Partido Socialista de los Trabajadores, PST, era integrada por Rafael Aguilar Talamantes, Jorge Abaroa Corona, Graco Ramírez Garrido Abreu, Rafael Fernández Thomas, Juan Ignacio del Valle, Teresa Beckman, José Pérez Moreno y María Amparo Castro.
En este grupo se podrá notar que no son todos los que están ni están todos los que son y, además, se observa que el maestro de la traición encabeza la lista.
Transcurrieron algunos años y en 1975 se fundó el Partido Socialista de los Trabajadores, PST. Esta nueva organización de izquierda obtuvo su registro el 5 de septiembre de 1979.
Salvo uno a dos que se alejan de la quema, los que vivieron de las siglas del PST y actualmente son beneficiarios de su “credo” izquierdista, son: Roberto Jaramillo Flores, Rafael Aguilar Talamantes, Graco Ramírez Garrido Abreu, Pedro Ettiene Llano, Jorge Amador Amador, Carlos Navarrete Ruiz, Jesús Ortega Martínez, Miguel Alonso Raya, María Mercedes Maciel Ortiz y Antonio Ortega Martínez.
De lo anterior, tuvieron que transcurrir muchos años para que la Revolución o la Involución Mexicana le hicieran justicia a este tipo de izquierdistas trepadores.
En el caso específico del gobernador Graco, hace apenas 11 meses (enero de 2013) que, junto con Sergio Raúl Arroyo, entonces director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH, fue exhibido de corrupto.
Vale recordar los escándalos por los sobornos que presumiblemente entregó Walmart, en el lapso 2000-2005, a ciertas autoridades para la construcción de diferentes establecimientos de esta cadena en varias entidades, incluyendo la ciudad de México.
Todavía recordamos a Graco Ramírez y a Rafael Aguilar Talamantes, cuando en los sexenios de Echeverría y López Portillo se desgarraban las vestiduras por la deuda externa y la injusticia social.
Hoy como gobernador de Morelos, Graco hace de las suyas.
A propósito de la deuda pública que tanto utilizó como bandera política, Graco, tiene más:
Al recibir la gubernatura Ramírez Garrido Abreu, la deuda era de un mil 177 millones de pesos. Catorce meses después, el maestro de Rafael Aguilar Talamantes endeudó al pueblo morelense con 4 mil 177 millones de pesos.
En Cuernavaca se afirma que el hijo del integrante del Escuadrón 201 no tiene llenadera, porque apenas el pasado 2 de octubre, el poder legislativo de esa entidad autorizó a Graco contratar en cuatro bancos un crédito de cerca de 3 mil millones de pesos a pagarse en 18 años.
Qué tanto es tantito, diría Adriana Flores Garza, secretaria de Hacienda del trepador Graco Ramírez.
Para no dejar pasar, hay que recordarle al gobernador de Morelos cuando desde las filas del PST y otros organismos de izquierda en los que anduvo, defendió como perro (al mero estilo lopezportillista) el petróleo y a Pemex.
Ya de mandatario estatal, a Graco poco lo importó el destino de Pemex.
Si esto no es cinismo, simulación y traición, ¿qué es?
Ángel Heladio y su búnker en el DF
Muchos tuvieron contacto con Ángel Heladio Aguirre Rivero, cuando pedía una coperacha para los chescos o para que le invitaran un trago.
Después, el expresidente del PRI en Guerrero, exgobernador interino y ahora mandatario constitucional, se ha dado el lujo de invitar a algunos de sus cercanos a tomarse unas copas.
En la actualidad, como jefe del ejecutivo, Ángel Heladio ya no pide para chescos y menos que le inviten una copa. Porque ahora tiene para comprar hasta un bar o un restaurante, por lo menos.
Los que saben en Acapulco y Chilpancingo, platican que después de la 3 de la tarde nadie puede hablar con el gobernador Aguirre, por aquello que ya no puede hilar ideas y menos alguna frase.
Que sus reuniones o acuerdos con el Dios Baco inician temprano y se prolongan hasta altas horas de la noche. Esta es una de las principales razones por las que Guerrero se ha convertido en tierra de nadie y zona de todos.
Para liberarse del Dios Baco, su chaperón preferido, hace unos nueve años el mandatario de marras buscó ayuda profesional en una clínica especializada ubicada en la calles de Las Flores, en el sur de la ciudad de México, cuyos resultados fueron infructuosos por lo que ahora nos informan.
Los enterados cuentan que el nuevo miembro del PRD tiene un bunker cerca de la salida a Cuernavaca.
Que para ingresar a su residencia se tienen que pasar dos filtros de extrema seguridad.
Que en el primer retén, a los visitantes les toman una fotografía.
Que en el segundo retén, el visitante es objeto o sujeto de una filmación junto con la familia, si es que se va acompañado.
Que resulta más fácil pasar migración en cualquier ciudad de estados Unidos o en la misma Embajada de la Unión Americana, que poder tener acceso al bunker donde reside el gobernador Aguirre Rivero.
Si el pueblo guerrerense quiere corroborar los datos, puede dirigirse a La Prolongación Potosí de Residencial de El Bosque (casi junto al campo de golf México) donde los guardias no le darán un solo dato por extrema seguridad.
A manera de conclusión diremos que la inseguridad es para aquellos que no tienen con qué pagar la seguridad.