Le ha pasado de todo en 16 años como emprendedor. Le robaron su primera empresa, le negaron el financiamiento muchas veces, lo llamaron loco. Lo ha perdido todo y ha comenzado de cero varias veces.
Se llama Pablo Kohan y ha fundado varias startups, todas con un solo propósito: transformar la basura y los residuos en nuevos productos útiles, usando energías renovables.
La frustración es el sentimiento que más le ha acompañado en todos estos años y, pese a tantas puertas cerradas y a tantos “no”, ha fundado más de cinco empresas. “Golpeas un montón de puertas y siempre están cerradas”, dice Pablo.
Su más reciente startup se llama Emisiones Neutras, que se dedica al desarrollo de metodologías y proyectos de captura de carbono para ayudar a las empresas a reducir, mitigar y compensar sus emisiones.
Entre los retos de Pablo están la poca apertura de muchas industrias para poner a los procesos sustentables como prioridad, el escaso acceso al financiamiento y lograr ordenar y jerarquizar los proyectos para llevarlos a buen término.
“A los emprendedores nos dicen: ‘lo que se disfruta es el camino’, pero cuando ese camino es el más sinuoso, es el que más piedras tiene, el que más puertas te cierran, es muy difícil disfrutarlo”, dice Pablo.
Validar la frustración
La frustración es un sentimiento muy humano, muy natural. Nadie que está vivo y trabajando en algún proyecto está libre de sentirla. Por eso no hay que tratar de negar el sentimiento, sino, al contrario, aceptarlo y validarlo.
“Se vale frustrarse, se vale recaer, se vale equivocarse, porque si no nunca hubiésemos aprendido”, dice Jessica Quintero, mentora en empresas sustentables y coach certificada.
Después de validar la frustración que cualquier emprendedor vive cada día, lo que sigue es aprender a transformarla en el impulso que necesitamos para seguir adelante hasta alcanzar nuestras metas.
Las frustraciones nos dejan varios aprendizajes muy positivos. Pablo y Jessica destacan algunos como:
- Elegir mejor a nuestros socios para que compartan los mismos valores y el mismo propósito.
- Eficientar la manera de presentar proyectos a inversionistas y a aliados, destacando el beneficio que ellos recibirán.
- Jerarquizar mejor los proyectos, dando prioridad a los más factibles, que puedan tener un mayor impacto y un retorno económico más rápido.
- Burlarnos de nuestra frustración y usar el humor como ingrediente para cambiar nuestra mentalidad atorada.
- Perder el miedo a pedir ayuda cuando no podemos solos con el problema y saber escuchar los puntos de vista de otros.
- Jamás olvidar que hacemos las cosas para dejar un mundo mejor para las próximas generaciones.
“Hay que reconocernos como personas y se vale sentirse mal, se valen esas emociones. Hay que validar esa frustración, pero siempre tener claro hacia dónde quieres ir”, dice Jessica.
Si tu empresa o tu proyecto nació como un sueño es lógico que te topes con obstáculos y frustraciones, dice Pablo, pero “mientras que puedas seguir sorteando todas las cosas y que todas esas paredes que te pongan se puedan derribar, el proyecto va para adelante”.