Tanto Claudia Delgadillo González como José María Martínez Martínez, quienes compitieron por la gubernatura de Jalisco y la presidencia municipal de Guadalajara, respectivamente, por la coalición encabezada por Morena, continúan con la narrativa del “fraude” en estas elecciones, y por ello, los dos están demandando que los comicios se anulen y vuelvan a celebrarse en el estado.
Ayer la excandidata por la gubernatura de Jalisco presentó algunos detalles del juicio de inconformidad que ha promovido con el objetivo de anular los pasados comicios, expresó:
“Sabemos que los argumentos y las pruebas presentadas servirán para dejar en claro todo lo que pasó posterior a la elección, que estuvo tan llena de irregularidades y en la que sin lugar a dudas cometieron fraude”.
Martínez Martínez, quien está siguiendo una estrategia jurídica similar a la de Delgadillo González, también ha vertido declaraciones como la siguiente: “Hay una manipulación, una maquinación respecto a un fraude, a pesar del resultado que nosotros seguimos sosteniendo nos favorece; tan nos favorece, que todas las irregularidades tienen que ver con una maquinación a partir exactamente de la concentración de los paquetes electorales y su futura distribución, en eso cometieron muchos errores“.
Los dos son políticos experimentados así que deben haber valorado bien los riesgos que conlleva la narrativa del “fraude”: si al final del camino jurídico que están siguiendo los tribunales llegaran a concederles la razón, la victoria para ellos en términos legales y simbólicos evidentemente resultaría de un gran impacto; sin embargo, si pierden, y los tribunales ratifican que los comicios se desarrollaron adecuadamente, podrían quedar ante la opinión pública como simples “malos perdedores” e inclusive podrían terminar siendo ridiculizados por sus adversarios políticos.
La narrativa del fraude
La otra gran pregunta que surge es: ¿a dónde acaba la narrativa del “fraude”?, ¿cómo reaccionarán si los tribunales desechan sus argumentos?, ¿aceptarán la sentencia o dirán, entonces, que los magistrados también están confabulados para mantener el “fraude” que los ha despojado de sus triunfos?
Llama la atención, por ejemplo, que Delgadillo González ya comienza a introducir en su narrativa el concepto de “legitimidad”. Escribió: “Hoy presenté los detalles del juicio de nulidad contra la elección fraudulenta que se llevó a cabo en Jalisco el 2 de junio pasado. Voy a defender la voluntad de la gente que votó por un cambio e iré hasta las últimas instancias para que Jalisco tenga un gobierno legítimo“.
Siguiendo los pasos de su líder, el presidente Andrés Manuel López Obrador, ¿estará pensando la excandidata en autonombrarse “gobernadora legítima” como hizo aquel en 2006?
Lo dicho: ¿a dónde acaba la narrativa del “fraude”?
