Cuando schumacher bailaba

Hoy más que nunca viene a la memoria el gran Michael SCHUMACHER, quien permanece peleando y luchando por aferrarse a la vida después de aquel desgraciado accidente que lo dejó en estado de coma, sufrido en los Alpes Franceses cuando esquiaba en sus vacaciones a finales del 2013.

 

Alfredo Domínguez Muro Alfredo Domínguez Muro Publicado el
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Hoy más que nunca viene a la memoria el gran Michael SCHUMACHER, quien permanece peleando y luchando por aferrarse a la vida después de aquel desgraciado accidente que lo dejó en estado de coma, sufrido en los Alpes Franceses cuando esquiaba en sus vacaciones a finales del 2013.

 

La familia ha determinado mantener un silencio total, solicitando el respeto a su privacidad, por ahí algunos sensacionalistas y mal intencionados han dejado escapar en diferentes ocasiones rumores de su muerte, cada uno de estos estúpidos oportunistas ha sido desmentido oficialmente. 

 

SON 20 AÑOS MALDITOS

 

Para la temporada 1996, FERRARI se juega todas las canicas contratando en una cifra nunca vista al piloto alemán.

 

Tomando en cuenta la sequía de resultados y campeonatos, fueron aquellos 20 años malditos (80 y 90)  en que Ferrari rodaba de fracaso en fracaso.  

 

La “Scudería” vivía en la desesperación pero nunca en el conformismo, que provocaban cada temporada nuevas esperanzas que terminaba en caso y decepción.

 

Los tres subcampeonatos del francés Didier Pironi (1982), del italiano Michele Alboreto en 1985 y el campeonísimo Alain Prost en 1990, no eran suficientes, había que buscar los resultados y el título.

 

Así llega ese 1996 el entonces bicampeón Michael SCHUMACHER, que pone condiciones por todos lados que van desde un nuevo y agresivo equipo, que asumiría el control técnico de la “Scudería” con JEAN TODT procedente de los exitosos PEUGEOT, del Mundial de resistencia, hasta el diseñador ROOS BRAWN. Por si fuera poco, SCHUMI exige…

 

‘DERECHO DE VETO’…

 

Para contratar al que desde ese momento se llamaría “SEGUNDO PILOTO” de la “Scudería”, tema tristísimo y hasta repugnante que nos privó de ver en su momento a dos grandes en Ferrari, que en la apuesta por Schumacher le entregó la esencia de las carreras: la competencia.

 

Por si algo faltara, FERRARI acumulaba ocho Grandes Premios de Italia sin poder ganar desde aquel triunfo de Gerhard BERGER en 1988, para que después los millones de “TIFFOSI” en el planeta vieran cómo Alain Prost-Ayrton Senna- Nigel Mansell- Ayrton Senna-Damon HILL-Damon Hill y hasta el chaparrín Johny HERBERT, se llevaban la de cuadros, ninguno en Ferrari hasta aquella gran tarde del 8 de septiembre de 1996. 

 

‘SCHUMI’ ROMPE TABÚES

 

Cuando “SCHUMI” rompe tabúes y rachas después de que los WILLIAMS-RENAULT de Jacques VILLENEUVE y Damon HILL habían dominado la calificación, fue en aquel momento cuando arranca desde la segunda fila, atacando desde la mismísima primera curva en el legendario MONZA (inspiración en su momento del diseño del Autódromo Hermanos Rodríguez), de trazado muy rápido, sin embargo, y para sorpresa de todos, los WILLIAMS se hacen pedazos entre ellos.

 

Villeneuve choca y saca de la pista a HILL, regresan al circuito pero es Jean ALESSI y su Bennetton-Renault el que impone condiciones perseguidos por el McLaren-Mercedes de Mikka HAKINEN con el FERRARI de “Schumi” a tiro de piedra.

 

Alessi y Schumacher entran juntos a pits y ahí el Ferrari sale adelante para entonces mantener esa ventaja sin arriesgar hasta ver la bandera a cuadros.

 

FERRARI rompía esa racha negativa en Italia y los “Tiffosi” lo adoptarían como “SU” piloto, el que más adelante les entregaría cinco títulos consecutivos.

 

EL BAILE DE ‘SCHUMI’

 

La euforia era tal en la “Scudería” que al subir a lo más alto del pódium, Michael Schumacher comienza a “dirigir” la orquesta virtual al sonido del marcial himno de Italia, mueve su cuerpo y muchos dicen que bailaba sin respeto, al día siguiente se disculpa por ese gesto espontáneo, raro en Schumacher, siempre controlador de todo y de todos los momentos, “Peccata Minuta” decían por allá, y cómo no, el alemán regresaba a la Gran Escudería Italiana al sitio de honor que por derecho les correspondía… Así de fácil.

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