Había una vez una universitaria aburrida a quien todos llamaban Ratón de Biblioteca. Además de ser una nerd estudiosa (con beca de la Universidad Nacional Autónoma de México y todo), durante los últimos semestres de la carrera nunca quiso salir a tomar la “chela” con los cuates.
Para acabarla de amolar, esta chica universitaria decidió que no iría a la fiesta de graduación.
¡Fue la gota que derramó el vaso! Muchas compañeras se enojaron con Ratón, pues no
entendían cómo podía perderse este evento único en sus vidas.
Al parecer, a Ratón no le importaron mucho las críticas y cuchicheos de sus compañeros Zorro, Guacamaya, Lechuza y Camaleón. Desde un par de años atrás, ella tenía su mente enfocada en otro asunto: viajar por Europa por tres meses.
Además de ahorrar por más de dos años casi todo el dinero de la beca que tenía, Ratón tomaba pequeños trabajos durante el verano.
Como hablaba muy buen inglés, fue guía de turistas de algunos “gringos”. También daba clases de danza a niñas y adolescentes, y trabajó de mesera en una cafetería.
Así que con el dinero ganado, más los ahorros de la beca, Ratón se acercó a sus papás y les dijo que el dinero que gastarían en la fiesta de graduación mejor se lo dieran para el viaje.
“Siempre tuve claro que amaba viajar y que nadie me iba a detener en mi plan de conocer el
mundo”, dice.
Moralejas para el ahorro
El dinero que juntó Ratón no alcanzaba para un viaje de lujo. Tuvo que hospedarse en hostales baratos y viajar largos tramos entre algunos países en autobús. Pero, a cambio de algunas incomodidades, ella conoció todo el continente europeo, desde Londres y París, hasta Finlandia y Dinamarca.
En su viaje a los 23 años, Ratón vio auroras boreales en Kiruna, Suecia; conoció el campo de concentración nazi en Auschwitz; aprendió de la Segunda Guerra Mundial en Polonia; caminó por Praga y Budapest, y llegó hasta la frontera con Rusia.
Lo que más le gustó fue conocer gente de otras culturas y hacer nuevos amigos.
Cuentan que cuando Ratón regresó de su viaje, Zorro, Guacamaya, Lechuza y Camaleón no volvieron a hablarle, muertos de envidia.
Cuentan también que ella ya se fue dos veces a Japón y visitó Nueva York, y que ahora ya está planeando su próximo viaje… y ahorrando para hacerlo posible.
Algunas lecciones para ahorrar que nos deja la historia de Ratón son:
- Ten claro para qué quieres ahorrar y pon una meta (¿qué quieres hacer?, ¿a dónde quieres ir?, ¿qué quieres comprar?).
- Haz un presupuesto (¿cuánto necesitas y cómo puedes llegar a esa suma con tus ingresos?).
- Establece una fecha objetivo de ahorro (¿cuándo quieres cumplirlo?).
- Genera un plan de cómo lo harás (con base en tus ingresos y tus posibilidades de pago).
Además, hay dos moralejas de esta fábula. Te las comparto:
La primera es que la próxima vez que te burles o compadezcas con tu amiga nerd que no quiere ir a tomar la “chela” contigo, mejor pregúntale por qué. Podrías estar dejando pasar un gran plan para viajar.
La segunda es que cuando tienes claro tu objetivo, usas con inteligencia tu dinero y eres
disciplinado, no hay lugar del mundo que esté demasiado lejos ni meta financiera imposible de alcanzar.