Etiquetado de advertencia NOM-051: un fracaso anunciado

Oliver Galindo Ávila Oliver Galindo Ávila Publicado el
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Han pasado seis meses desde que nuestro país implementó el sistema de etiquetado de advertencia en alimentos y bebidas no alcohólicas. A pesar de la controversia, las empresas cumplieron con las modificaciones a la norma oficial NOM-051. Los anaqueles ya se encuentran repletos de productos con octágonos negros que dicen: “Exceso de azúcar” y “Exceso de calorías”, entre otras leyendas.

En el mes de abril de 2021 se proyectaba que entrarían en vigor las disposiciones que prohíben el uso de personajes y celebridades, las autoridades concedieron una prórroga de dos meses, pero muchas marcas ya han empezado a retirar a sus personajes de los empaques.

¿Ha servido de algo? Parece que no. Un estudio reciente de la empresa de investigación de mercados Ipsos indica que los mexicanos son la población que más peso ha ganado durante la pandemia, un promedio de 8.5 kilos, por encima de Chile y Estados Unidos.

¿Cómo puede ser? El mismo Hugo López-Gatell aplaudió el sistema durante sus conferencias, al decir que se trataba de una medida necesaria ante la crisis de sobrepeso. Si bien la industria alimentaria resentiría afectaciones considerables, el sacrificio valdría la pena en aras de abatir el sobrepeso

El resultado no me sorprende, incluso lo esperaba. Recordemos que el etiquetado de advertencia no es un invento mexicano, se trata de una idea importada de Chile donde se implementó desde el año 2016, la evidencia de su inutilidad estaba a la vista de todos desde un principio.

En 2015, el estudio de la OCDE “Health at a Glance” ubicaba a Chile en el noveno puesto entre los países con mayor obesidad adulta. Tras la adopción del etiquetado de advertencia en 2016, su posición no mejoró, al contrario, Chile se convirtió en el país número uno en obesidad adulta, incluso por arriba de México y Estados Unidos, así lo demostraron las cifras de la OCDE en 2019.

Las leyendas de advertencia en productos de consumo cotidiano tienen una larga historia de fracasos. Habría que preguntarle a un bebedor si alguna vez ha dejado de comprar alcohol tras leer la leyenda “EL ABUSO EN EL CONSUMO DE ESTE PRODUCTO ES NOCIVO PARA LA SALUD”, o a un fumador si las fotografías de ratas muertas o cuerpos destrozados le han hecho renunciar al vicio del tabaco.

Es evidente que existen otros factores más importantes como el sedentarismo y la falta de espacios para hacer ejercicio que provocan el aumento de peso entre la población. Pero atender esos problemas supone retos mayúsculos para el Gobierno, implica construir infraestructura, planear estrategias de mediano y largo plazo, e invertir en la educación de la población. Nada que sea políticamente redituable.

Una cosa es cierta, el sistema de etiquetado de advertencia es un rotundo fracaso, una cortina de humo creada para hacerle creer a la población que se atiende la epidemia de obesidad. Vendrán más estudios que confirmarán estos hechos y tendremos una nueva oportunidad para reflexionar si la solución consiste en colocar octágonos de advertencia en nuestros alimentos o si ya es momento de entender que la raíz del problema es mucho más profunda; pasa por nuestra educación, nuestra cultura y los hábitos de vida que hemos adoptado por generaciones.

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