Aunque todavía faltan muchas, con las primeras declaraciones que hicieron ayer los comparecientes en las audiencias senatoriales promovidas por el senador Carl Levin, estalló la primera bomba del escándalo mundial del banco HSBC.
Por lo pronto, muchos de los altos funcionarios mexicanos del sector financiero podrían tener buenas razones para andar nerviosos.
Y es que según los primeros episodios de la lavandería que resultó ser el HSBC, podrían resultar implicados por sus acciones y omisiones.
Las autoridades financieras de Estados Unidos señalan que la filial mexicana del banco HSBC exportó más de 7 mil millones de dólares entre 2007 y 2008. Y, presuntamente, la mayor parte de estos recursos provenía del narcotráfico, a ciencia y paciencia de las autoridades financieras de este lado y del otro de la frontera norte.
Ni en México ni en EU se monitoreó adecuadamente “el procesamiento de transacciones financieras que por más de 420 mil millones de dólares” se operaron entre los dos países de 2004 al 2007, según el testimonio de David Cohen, subsecretario del Tesoro para Inteligencia Financiera ante el comité senatorial que preside Carl Levin.
Supuestamente, las transacciones realizadas con 13 casas de cambio de alto riesgo sirvieron, entre otras cosas, “para la compra de aviones de narcotraficantes”.
Entre los que se salvaron está el ex secretario de Hacienda Francisco Gil Díaz, quien brevemente formó parte del Consejo de Administración de HSBC.
Tuvo que renunciar casi inmediatamente porque las leyes mexicanas le impedían ocupar un cargo en el sector financiero.
Y es que Gil Díaz, como titular de Hacienda, presidió la Junta de Gobierno de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, y fue jefe del director de la Unidad de Inteligencia Financiera.
En el grupo de los preocupados se podría incluir al ex secretario de Hacienda Agustín Carstens, ahora gobernador del Banco de México, y a Roberto Cueto Legaspi, subgobernador de esa institución y presidente de la CNBV en 2007.
La Comisión Nacional Bancaria y de Valores es el organismo encargado de vigilar el buen funcionamiento de los bancos, así que habría que incluir en la lista a Guillermo Babatz, quien en julio de 2007 fue designado presidente de dicha comisión por Agustín Carstens.
Por cierto, quienes escucharon la entrevista que Babatz le concedió ayer a Joaquín López-Dóriga, seguramente no daban crédito a lo que oían.
Y es que mientras las autoridades financieras de Estados Unidos podrían sancionar a HSBC por lo menos con mil millones de dólares, en México debería quedar cerrado el caso con la disculpa que ya ofreció el banco al gobierno estadounidense, según dijo el doctor Babatz.
Para el todavía presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, el banco HSBC solamente pudo haber incurrido en una falta administrativa, no penal.
Tal vez nadie le ha explicado al economista lo que dice el Artículo 400 bis del Código Penal.
La lista de sospechosos podría llegar hasta Los Pinos. Y todo porque a Felipe Calderón se le ocurrió nombrar a su sobrino político Pablo Gómez del Campo, que en paz descanse, como director general de Prevención y Operaciones Ilícitas y vicepresidente de Supervisión de Procesos Preventivos de la CNBV.
Nueva alianza en Los Pinos
Aunque Enrique Peña Nieto todavía no es declarado presidente electo por el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial, Felipe Calderón lo reconoció ayer como tal.
El mexiquense llegó a las 7:15 a Los Pinos para darse el abrazo de Acatempan con Felipe Calderón. Porque ambos personajes se necesitan.
Sobre todo en la víspera de que Andrés Manuel López Obrador anuncie su plan de lucha por la democracia, que no es el que sus adversarios suponen.
Y la estrategia de protesta tendrá algunas sorpresas. Como las que adelantó ayer el petista Jaime Cárdenas, quien dijo que se podría acudir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos si el Tribunal Electoral mexicano no resuelve favorablemente la solicitud de anular la elección presidencial.