A partir de la creación de ese mecanismo sesgado y dirigido para implantar en México un esquema de espionaje político, se consumó el desmantelamiento de las instancias oficiales que debían rendir transparente cuenta, para dar paso a un “bad brother”, bajo el oscuro manto de García Luna.
Por una parte, Santiago Creel pensó que poner a un incondicional que todo lo desconocía en la materia, evitaría que la entidad a la que tanto temía se volviera en su contra. Así que poco a poco -el improvisado funcionario- comenzó a perder buena parte de mañana en revisar “tarjetas” y “líneas de investigación” de lo que Medina Mora pensaba eran las amenazas al régimen blanquiazul. Sí, era un caza-príistas, que abandonó la detección de riesgos de la seguridad del país, para entretener al que lo sacó de policía chino de una empresa privada.
En pocos años, los expertos en seguridad nacional comenzaron a abandonar el “reality” que derivó en central de chismes, hasta que se la entregaron a un ex GEA, conocedor de la politiquería y no experto en inteligencia civil, y con ello, ya sólo quedó el nombre.
Desde el sexenio pasado el letal desconocimiento del quehacer público que aquejaba al ex litigante bancario, creador de ISOSA, permitió que acabara con el CISEN, locual fue aprovechado por un mando policiaco de tercer o cuarto nivel de la PGR, para apoderarse de dos áreas de la función pública que de suyo deben estar separadas. Una, la labor de análisis táctico, y, otra, la de despliegue territorial.
En efecto, cuando no existe información estratégica en manos de los operarios de las detenciones, estas se elevan e incluso los laboratorios se decomisan con detenido.
La tecnología ha cambiado muchas cosas, y cambiara muchas más, pero nunca cambiará que seamos humanos, y, lamentablemente, que sucumbamos ante nuestras miserias. Las instancias de autoridad operadas por seres humanos, necesitan y precisan depesos y contrapesos, de controles que impidan la excesiva acumulación de poder. Toda autoridad que se convierte en única o ultima instancia, cae tarde o temprano en la arbitrariedad, sino es que en la tiranía.
Por eso es tan mala idea la de una policía única, o de un mando totalitario, que pone en manos del crimen organizado la simple tarea de ocuparse de un solo dictador de políticas y reglas. La democracia acude a fórmulas que dispersan el poder y que permiten que cuando una estructura se corrompe sea detectada y combatida por otra. El objetivo es profesionalizar las policías estatales y municipales, no acabar con los contrapesos.
Es claro que el federalismo, que aún está en nuestra constitución, parte del principio contrario al que García Luna promueve. La balacera de policías en el AICM, es buena muestra del fallido esquema.
Recientemente se filtró alguna nota que pretende reclamar el derecho al monopolio en materia de inteligencia en favor de la oscura plataforma, la que sí ha costado más que los resultados que rindió en esta administración, pero, afortunadamente no fue fértil el esfuerzo de hacer aparecer como mala lo que es una buena noticia, al fin, México invertirá en labores de inteligencia y no en chalecos para que la Policía Federal estrene cada desfile.