¿Elecciones en Guerrero?

En realidad nadie en su sano juicio lo desea, pero la posibilidad de que no haya elecciones en el estado de Guerrero no puede descartarse. Poco a poco los acontecimientos violentos, lejos de desaparecer, crecen en esa entidad.

El dizque Gobernador, Rogelio Ortega, anda en todo menos atendiendo los problemas de la entidad.

La muerte del aspirante priista a la Alcaldía de Chilapa, y ahora los desaparecidos justo en la misma entidad, se unen a la larga lista de acontecimientos reprochables por la ciudadanía y las autoridades no toman el control.

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En realidad nadie en su sano juicio lo desea, pero la posibilidad de que no haya elecciones en el estado de Guerrero no puede descartarse. Poco a poco los acontecimientos violentos, lejos de desaparecer, crecen en esa entidad.

El dizque Gobernador, Rogelio Ortega, anda en todo menos atendiendo los problemas de la entidad.

La muerte del aspirante priista a la Alcaldía de Chilapa, y ahora los desaparecidos justo en la misma entidad, se unen a la larga lista de acontecimientos reprochables por la ciudadanía y las autoridades no toman el control.

Por eso los grupos interesados en que no haya elecciones toman fuerza y se sienten en el terreno fértil para lograr su cometido. Faltan tan solo dos semanas para el día de los comicios y día tras día el descontento crece, la autoridad estatal se diluye y la posibilidad –catastrófica– de que se impidan los comicios electorales empieza a tomar forma.

Lerdo de Tejada

Sebastián Lerdo de Tejada fue uno de esos legisladores que arrastran el lápiz. Es decir no sólo de discursos. En la legislatura 61, como diputado federal priista, logró que se integrara al articulado del decreto de Presupuesto de Egresos un régimen de austeridad y racionalización del gasto.

Dos años le tocó a la administración de Felipe Calderón tener que apegarse a estos criterios de economía en gasto corriente y contratación de personal hechos directamente en la oficina del entonces diputado.

El pasado viernes Sebastián sufrió un infarto. De inmediato fue llevado al hospital López Mateos del Issste, dependencia de la que era director. Como cualquier otro trabajador fue atendido bajo los servicios médicos del instituto, y tras su fallecimiento, nuevamente como a un empleado del rango más modesto en la jerarquía, se le despidió en los velatorios del Issste. Descanse en paz.

Las víctimas del INE

Ahora resulta que los consejeros del Instituto Nacional Electoral ven que hay intenciones de lastimar su prestigio y el del órgano electoral. La clásica inmadurez emocional de quien tiene que encontrar a un responsable de sus propios actos. Las interminables ganas de que alguien se haga responsable de lo malo para ellos sólo ocuparse de lo bueno.  

Fue justo el presidente del INE, Lorenzo Córdova –hace unos días fue balconeado en un audio burlándose de unos indígenas mexicanos– quien a nombre de sus compañeros, reprobó lo que asegura es todo un intento por debilitar la institucionalidad. Ya todo indica que los consejeros del INE se están mimetizando con los políticos que no soportan las críticas. De la autocrítica ni hablamos.

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