El verdadero Jurassic Park
Cuando Michael Crichton comenzó a escribir las primeras versiones de Jurassic Park como un guión cinematográfico en 1983, ya tenía en mente la idea primigenia, de que el interés de su personaje principal estuviera en recrear un dinosaurio a través de ingeniería genética, pero había una pregunta intrínseca en la ficción: ¿por qué crearlo? La […]
Hidalgo NeiraCuando Michael Crichton comenzó a escribir las primeras versiones de Jurassic Park como un guión cinematográfico en 1983, ya tenía en mente la idea primigenia, de que el interés de su personaje principal estuviera en recrear un dinosaurio a través de ingeniería genética, pero había una pregunta intrínseca en la ficción: ¿por qué crearlo?
La respuesta estaba en lo que mueve a la humanidad, el dinero, a través del deseo del entretenimiento, de hacer un parque temático de animales extintos, lucrar con la madre naturaleza y jugar a ser un todopoderoso, a expensas de la ciencia.
Treinta años después, en las islas de Nueva Siberia, se encontraron los restos de un mamut bastante bien preservados en el hielo, incluso, por un golpe brusco, de este cuerpo brotó un líquido oscuro y viscoso, así es, queridos lectores, sangre real de un mamífero de hace 40 mil años.
Y las especulaciones comenzaron. ¿Podrá clonarse? ¿Tenemos la tecnología de punta para hacerlo? ¿Quiénes podrían lograrlo?
Pero más allá de poder resolver estos cuestionamientos, también hay un trasfondo turbio a observar y devolver la mirada a las islas de donde salió este espécimen congelado, porque en primera circunstancia: ¿por qué emergió así nada más de la tierra?
Pues la respuesta es sencilla, pero a la vez compleja, porque resulta que en esa zona agreste del norte del mundo existen los cazadores de mamut, decenas de personas que viajan al ártico en busca de restos de estos gigantes, pero en específico, por un material que es altamente valorado, los colmillos de marfil.
Lamentablemente, con el deshielo a causa del calentamiento global, se hacen cada vez más visibles los restos de mamut en esta área, que es un macro cementerio y del cual anualmente se extraen toneladas de este codiciado material dental, porque al estar prohibida la caza de elefantes para obtenerlo, pues no hay más que ir por el de los mamuts.
Entonces, ¿qué sucede? Una carrera dual de involución, porque por un lado están estos piratas de tierra y por otro, los científicos de biología sintética y genetistas que desarrollan a toda costa el crear especies perfectas en probetas, jugando a ser dioses.
Crichton falleció en 2008, pero seguramente se asombraría al ver que su ficción está mutando en la realidad, y que tanto su personaje John Hammond, un viejito millonario codicioso de crear el Jurassic Park, así como el doctor Robert Ford, que hace androides en su parque temático que recopilan y espían todas los rasgos humanos para venderlos al mejor postor en la serie Westworld (inspirada en la película homónima de 1973 del autor) son hombres de carne y hueso, en este presente, pero con otros nombres y nacionalidades.
Esto solo es la cúspide del iceberg, de lo que es el documental Génesis 2.0, que se estrenó en 2018 y apenas llega a México a través de la Cineteca Nacional.
¿Intrigados? Yo también, por ello invito a la reflexión con este largometraje.
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