Queridos lectores, ustedes que son cinéfilos de hueso colorado, ¿recuerdan a Paul Verhoeven? ¿Tienen en mente que él filmó en México El vengador del futuro (1990) y antes de eso hizo RoboCop (1987) y 10 años más tarde dirigió Starship troopers en 1997?
Este ecléctico cineasta holandés, quien tiende a usar violencia gráfica, pero sin caer en lo gore y que también gusta de tener guiños hacia un alto contenido sexual, ahora estrena Benedetta, película que está inspirada en la mujer del mismo nombre que en el siglo XVII entregó su vida al catolicismo en el Convento de la Madre de Dios, en Pescia, Italia, y que misteriosamente tuvo estigmas y visiones con Jesucristo.
Recordemos que Verhoeven viene de hacer Elle (2016), largometraje que lo reivindicó ante la industria, por eso Benedetta es una producción que cuida los detalles de una película de época, además de que fue presentada en Cannes del año pasado y aspiró a ganar la Palma de Oro.
La película, pese a que se inspira en el libro Immodest Acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy (Actos inmodestos: la vida de una monja lesbiana en la Italia renacentista), de Judith C. Brown, según la autora, el cineasta se tomó liberta des todavía más provocadoras que las que ella describe en su libro de no ficción.
Pero Verhoeven, quien (aunque usted no lo crea) es un estudioso a profundidad de la vida de Jesús de Nazareth (publicó un libro homónimo en 2007), justificó que su filme tiene un profundo sentido de lo sagrado.
Como ya se podrán imaginar por la traducción del título al español del volumen de Brown, Benedetta llevaba el hábito a su manera, porque tuvo una relación lésbica con otra religiosa del convento, y al mismo tiempo se decía “novia de Jesús”, todo esto se refleja en la producción del cineasta holandés, pero con un mayor detalle gráfico.
Sin duda, una ficción basada en la realidad que es polémica, que da de qué hablar y que reconozco que Verhoeven le impregna todo su estilo. Además cuestiona la fe, pero sobre todo, la manera en cómo vemos a los santos, a las beatas y personajes religiosos del pasado.
Donde nadie se atrevía a dudar de la pureza, ahí entró este director, con maestría e ímpetu, sin miedo a ser criticado por sexualizar a una monja, por mostrarla con deseo carnal, por hacerla humana y dejar sin velo los “pecados” que cometió, solo por ser distinta a las demás.
“No entiendo realmente cómo se puede ser blasfemo sobre algo que pasó. Básicamente, no puedes cambiar la historia después del hecho. Puedes hablar de que estuvo mal o no, pero no puedes cambiar la historia. Creo que la palabra blasfemia para mí en este caso es una estupidez”, dijo Verhoeven en Cannes cuando se le cuestionó acerca de la naturaleza del filme.
Helo ahí, el posible vengador de la pureza.
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