El único rey de Mónaco

Aquella vuelta en la calificación al GP de Mónaco de 1988  del bien amado Ayrton Senna da Silva en su poderoso McLaren–Honda, es recordada por muchos de nosotros los apasionados DE LA F1  como la “vuelta mágica”. 

Al día siguiente, cuando el bien amado le daba un repaso a todos, incluido su compañero Alain Prost, ya para finalizar la competencia comete uno de sus muy escasos errores al chocar contra una barrera de protección, rompe la suspensión y adiós, fue su única derrota en esa complicadísima pista en ocho años para el verdadero rey de Mónaco. 

Alfredo Domínguez Muro Alfredo Domínguez Muro Publicado el
Comparte esta nota

Aquella vuelta en la calificación al GP de Mónaco de 1988  del bien amado Ayrton Senna da Silva en su poderoso McLaren–Honda, es recordada por muchos de nosotros los apasionados DE LA F1  como la “vuelta mágica”. 

Al día siguiente, cuando el bien amado le daba un repaso a todos, incluido su compañero Alain Prost, ya para finalizar la competencia comete uno de sus muy escasos errores al chocar contra una barrera de protección, rompe la suspensión y adiós, fue su única derrota en esa complicadísima pista en ocho años para el verdadero rey de Mónaco. 

Los Grimaldi son Príncipes

Cierto, en Mónaco gobierna la Familia Grimaldi desde hace varios siglos. 

En la época de las Cruzadas supieron encontrar alianzas con los distintos reyes, duques, señores feudales, príncipes y hasta con el Papa, permitiéndoles no solo sobrevivir, sino mantener el control de ese pequeño pero valioso territorio con sus enormes montañas de piedra como defensa natural ante eventuales invasiones . 

Ya en el Siglo 20, las alianzas les permitieron sortear la crisis previa a la Primera Guerra Mundial en una fuerte alianza con Francia en las distintas actualizaciones de los  tratados Franco–Monaguescos, como aquél de 1918, que evita la intromisión de Alemania en la personal del Duque de Urach.

Más tarde se darían las formas que hoy conocemos, Francia no reclama el Principado y Mónaco no tiene rey sino príncipe, cuyos herederos a partir de hace unos años pueden ser hombre o mujeres, solo que el Principado de  Mónaco tuvo por varios años un rey incuestionable, Ayrton Senna da Silva.

La vuelta mágica

Ayrton Senna había dejado unos meses antes a la Escuderia Lotus, convencido que el McLaren–Honda que le ofrecía el dueño de la escudería Ron Dennis era el ideal “.. no vengo a ganar carreras, vengo a ganar títulos y esto Lotus no puede ofrecerme, un equipo competitivo de punta…”

Muchos criticaron la postura de Senna, pero era la realidad, su talento le permitiría esto y más.

Aquel fin de semana del 5 de Mayo de 1988, en Montecarlo, era apenas su tercera carrera con McLaren, Alain Prost era entonces el que marcaba las diferencias, de hecho Prost puso excelentes tiempos en las sesiones de calificación, pero Ayrton comenzaba no solo a alcanzarlo, sino a superarlo quizá movido por aquel amargo recuerdo de Montecarlo 1984, cuando el joven Senna hacía su debut en la F1 con un muy limitado Toleman-Hart, que parecía una caja de zapatos con alerones. Los McLaren–Porsche  de Prost y Lauda, dominaban la escena desde la arrancada, el joven Ayrton lo hizo en la cabalística posición 13, en aquel entonces no había los adelantos tecnológicos y electrónicos de ahora, así que cuando comienza la lluvia aparecen los talentos.

En la vuelta 19, Ayrton y su “caja de zapatos” se había metido al tercer lugar, manejando al límite en medio del torrencial aguacero. Ahí rebasa a Nikki Lauda haciéndose del segundo sitio, marcando vuelta tras vuelta el récord de carrera.

Lauda se estrella unas vueltas después, Senna tiene en la mira al líder Prost y de hecho lo adelanta en una maniobra impresionante sin despegar el pié del acelerador en medio de esa tormenta. 

El rebase fue pasando la meta y el juez de carrera, el ex Fórmula Uno, Jackie Ichx, decide suspender la competencia. 

El reglamento protege a Prost pues se toman los resultados de la vuelta inmediata anterior. 

Al joven Senna le robaron la carrera, Prost tendría su castigo al final de la temporada al perder el título ante Lauda por tan solo medio punto.

Mónaco fue decisivo pese a su triunfo, ya que en esta carrera al no completarse la mitad de las vueltas solo se otorgaron la mitad de los puntos.

‘Compito siempre para ganar’

Quizá esta afrenta pasó muchas veces por la mente de Senna, pero no fue su motivación principal.

La “vuelta mágica” es lo más cercano a la perfección en la historia de la F1, impecable, limpia, asumiendo incluso riesgos innecesarios al pasar a milímetros de las guardas metálicas. Senna rodaba vertiginosamente al límite, alcanzando un tiempo más rápido en casi un segundo y medio que su compañero Alain Prost. 

Pocos días después de aquella súper hazaña, al comentar esto, Senna reflexionaba con Jo Ramírez, nuestro querídisimo amigo y compatriota entonces coordinador de McLaren y por muchos años uno de los pocos grandes amigos de Senna :

“… Yo ya estaba en la pole, y luego por medio segundo y luego un segundo y yo seguí adelante. De repente yo era casi dos segundos más rápido que nadie, incluyendo a mi compañero de equipo con el mismo coche. Y de repente me di cuenta que ya no estaba conduciendo el coche de forma consciente. Yo estaba conduciendo por una especie de instinto, sólo que estaba en una dimensión diferente. Era como si estuviera en un túnel. No sólo el túnel debajo del hotel, pero todo el circuito era un túnel. Estaba a punto y en marcha, más y más y más y más. Yo estaba muy por encima del límite, pero todavía era capaz de encontrar aún más…”

Cuando esta reflexión se filtró a los medios, hubo muchos en el Circo de la F1 que se burlaron de Ayrton ignorando su recia capacidad emocional y espiritual.

Nunca arrancó para ser segundo

Al día siguiente, Senna arranca desde la punta y domina a placer la competencia. Detrás de él rodaba el Ferrari de Berger que impedía el paso de Alain Prost, hasta que en la vuelta 54 de las 78 pactadas, lo rebasa y comienza a presionar a Ayrton. Las vueltas rápidas se suceden una a otra entre los dos McLaren, Senna seguía aumentando su ventaja corriendo riesgos aparentemente innecesarios, casi al límite, hasta que el jefe Ron Dennis le ordena disminuir el ritmo para asegurar el 1–2 de McLaren. Senna pierde la concentración un solo instante después de recibir las indicaciones y choca contra una barrera de seguridad, la suspensión se rompe y ahí termina el sueño de completar un fIn de semana histórico.

Ayrton se bajó del auto, se fue sin decir nada a su departamento, frustrado a ver el final de la competencia y la bandera a cuadros para Alain Prost. 

Nadie supo de él hasta horas más tarde, se quedó meditando, luego dormido, al final después de la fuerte discusión con Ron Dennis diría “… Que quede claro, yo no estoy aquí para competir, sino para ganar, y eso solo se hace al límite, no vengo a buscar segundos lugares…”

Así las cosas, que los Grimaldis presuman de su principado que nunca será reino, ese día dejará de ser suyo, el único rey que ha tenido el Principado de Mónaco se llama AYRTON SENNA DA SILVA… Así de fácil.  

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil