El último beso de un médico

Josefina Vázquez Mota Josefina Vázquez Mota Publicado el
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“Yo no me imaginé que saliendo ese sábado de mi casa iba a ser el último día que le diera un beso a mi bebé o a mi esposa, ni siquiera iba preparado. Le pedí a mi esposa que me preparara una maleta con las cosas que iba a necesitar para vivir fuera de casa.

De no tener ni un paciente, terminamos atendiendo a cuatro en un solo día, y estábamos a la espera de que llegaran más. Para el momento que había acabado mi guardia, ya había otros cuatro pacientes en espera de ser ingresados.

Desde el momento que entras al área Covid-19, la primera hora es muy incómoda porque te estás acostumbrando a tener una mascarilla con la que te cuesta trabajo respirar, goggles que te aprietan la cara y se sienten terrible. En los primeros 15 minutos se empañan y pierdes la vista, conforme va pasando el tiempo, te duele la cabeza, te cuesta respirar, y uno se va mareando porque se acumula Co2 por la mascarilla.

En lo personal se siente una fraternidad impresionante. Ves cómo la enfermera está colaborando contigo al 100, ves cómo tú estás colaborando al 100 con la enfermera, y también con el personal de intendencia, y así con todo el personal del hospital. Reconozco al Instituto de Cardiología que siempre nos ha provisto de todos los elementos para desempeñar nuestra función.

Los pacientes están angustiados, tristes porque no saben si puede ser letal o no. Ellos están aislados, nadie los puede tocar, nadie los puede ver. Nunca ven si sonreímos, solo escuchan tu voz a través de una mascarilla. Ellos se sienten muy solos a pesar de que intentamos ser lo más cálidos, amables y gentiles.

Todo el personal de salud está dando su mejor esfuerzo, y haciendo muchos sacrificios. Un médico sin protección no es útil, un médico infectado no es útil, entonces lo más importante es proteger a los médicos, enfermeras y personal de salud.

La situación que estamos enfrentando es un trabajo en conjunto, los médicos no vamos a poder si la sociedad no nos ayuda quedándose en casa, no hay sistema de salud en el mundo que soporte una epidemia como la que estamos viviendo.

Los médicos tenemos el triple riesgo de contagio. El primer factor es que estamos expuestos a contraer la enfermedad en la comunidad donde vivimos; el segundo, que convivimos con otros médicos y enfermeras que están tratando otras enfermedades.

El propio hospital no deja de atender a personas que se enferman del apéndice, que se enferman de una infección gastrointestinal, o que les da un infarto, esos pacientes siguen llegando, entonces nosotros estamos expuestos a ello.

Nuestro tercer factor de riesgo es cuando atendemos al paciente que está infectado de Covid-19, el cual tienen mucha carga viral.

Ese es el testimonio de un médico de Cardiología que amablemente me compartió su experiencia. Mientras escribo estas líneas, miles de profesionales del sector salud se han infectado, la lista de contagios aumenta día con día, así como los fallecimientos, entre los cuales también se encuentran servidores públicos y elementos de las Fuerzas Armadas.

Cuando una doctora, doctor o alguien del personal de salud da un beso, no sabe si volverá con los suyos, o si será el último beso de su vida.

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