La Universidad de Nuevo León amanece este lunes con un nuevo régimen setentero.
Porque José Antonio González, “El Tigre Toño”, parece sentir nostalgia por aquellos tiempos de represión en la universidad.
Allá cuando cada vez que se reunían grupos de izquierda, había hasta golpes.
Y es que “El Tigre Toño” inició desde la semana pasada una estrategia represiva.
En la Uni están amenazando a todo aquel estudiante que hable con los medios de comunicación.
También a quienes denuncien en redes sociales la hoja de compromiso que reparten para favorecer a Enrique Peña Nieto y que Reporte Indigo publicó desde hace dos semanas.
Después de la publicación esta denuncia ya dio la vuelta, a través de redes sociales, a toda la ciudadanía, así que el ex Rector decidió actuar.
Lo más fácil para él, acordarse de los 70´s.
Fue cuando “El Tigre” estudió precisamente en FIME, donde la denuncia ha cobrado más auge.
Así que ahora hay porros con radios y teléfonos móviles para vigilar las facultades.
Estos porros setenteros avisan a los guardias de seguridad cuando algún alumno se reúne con otros para platicar, o cuando ven que algún externo entra a la universidad.
Es como los 70´s para el “El Tigre Toño” y desgraciadamente para los alumnos también.
Incluso, la represión y la amenaza ya llegaron a tal grado, que en la marcha del miércoles que salió de Colegio Civil, hubo porros de la UANL.
El objetivo fue registrar y hasta tomar fotos de todos los estudiantes de la UANL, especialmente de FIME, que hayan acudido a la marcha.
La represión setentera incluye pegar fotografías de los marchistas en un periódico mural, claro, porque el director de FIME, Esteban Báez, es un simple instrumento de José Antonio González.
Qué pena que “El Tigre” enseñe las garras de la represión, pero también las garras de los 70´s, que seguramente todavía tiene en su clóset: pantalones acampanados y camisas floreadas de seda.
Mauricio y su corte
Parece que cuando el alcalde Mauricio Fernández se sentó hace casi tres años en la corte sampetrina pronunció la frase “San Pedro soy yo”, como un parafraseo atribuido al rey francés Luis XIV.
Por si no fuera suficiente que esta expresión absolutista se convirtiera en la regla de oro de la administración municipal, está la consigna de alinear a los miembros incómodos del Cabildo que osan rebelarse al monarca Mauricio.
La responsable de esta operación es la presidenta estatal del PAN, Sandra Pámanes, quien se encarga de citar a los regidores para ponerlos en línea cuando se atreven a criticar a Mauricio en las sesiones del Cabildo.
Las intenciones de Pámanes son las de mostrar una unidad política en el órgano colegiado, prácticamente panista, y de presumir en este periodo electoral que entre los funcionarios emanados del PAN existe la capacidad de consenso.
Todo esto mientras Mauricio gobierna a sus anchas: él es quien decide a qué empresas se les adjudican contratos, cuánto dinero se destina a ciertas obras y qué rumbo lleva la estrategia de seguridad de San Pedro.
Si Mauricio es el “Rey Sol” de Nuevo León, Pámanes es una especie de cardenal Richelieu, quien hace cuatro siglos transformó con puño de hierro a Francia en un estado centralizado.