El suministro y explotación del gas natural
El suministro de gas natural es uno de los grandes retos de la naciente administración. Su importancia estriba en que participa en diferentes cadenas productivas -no sólo como combustible- que produce menor impacto ambiental, y también participa como materia prima.
Entre las cadenas productivas destacan la del acero, etanol, la de fertilizantes, del vidrio, cerámica, la de producción alimentaria y la de generación de electricidad.
Gerardo Rojas GuzmánEl suministro de gas natural es uno de los grandes retos de la naciente administración. Su importancia estriba en que participa en diferentes cadenas productivas -no sólo como combustible- que produce menor impacto ambiental, y también participa como materia prima.
Entre las cadenas productivas destacan la del acero, etanol, la de fertilizantes, del vidrio, cerámica, la de producción alimentaria y la de generación de electricidad.
El acceso a energéticos eficientes, limpios, económicos, y con una cadena de suministro confiable y suficiente, se ha convertido en una de las ventajas comparativas más valoradas de cualquier país del mundo. Su disponibilidad y suficiencia hacia el futuro son temas estratégicos para cualquier país.
Hoy el mercado del gas natural en México enfrenta grandes desafíos. La producción doméstica ha caído y la infraestructura de ductos para transportar el gas abundante en la zona de Texas hacia el centro y occidente de México está rebasada por el aumento en la demanda, generándose un déficit en el suministro.
De hecho, el viernes 30 de marzo de 2012 los clientes de Pemex consumidores de gas natural recibieron un aviso inesperado y sin precedentes: Pemex declaraba una “alerta crítica” (reducción de suministro) en las zonas sur, centro y occidente de México debido a problemas de inyección en la región sur, e indicaba la necesaria reducción de los consumos de la industria.
Desde esa fecha se han registrado 14 alertas que han respondido a desbalances que en el sistema nacional de gasoductos, afectando a prácticamente todo el país en repetidas ocasiones: 13 veces a la zona Occidente; 13 también a la zona centro; seis a la sur y golfo y una a la noroeste.
Gracias a nuevas tecnologías se ha hecho viable económicamente la explotación de las grandes reservas de “shale gas” en México, EU y Canadá. EU ha aprovechado esta situación y aumentó significativamente su producción, México aún no lo ha hecho. El gas natural es mucho más competitivo que el petróleo y el combustóleo, que hoy cuestan en promedio de cuatro a cinco veces más.
Estos desarrollos tecnológicos incrementaron súbitamente las reservas de gas en Norteamérica, asegurándose el suministro competitivo por varias décadas.
Este bajo nivel de precios en Norteamérica contrasta con los niveles que se registran en otras regiones del mundo. En 2011, mientras el precio promedio en Henry Hub, Louisiana, que es el principal mercado en Estados Unidos, fue 4 dólares por millón de Btu, en el Reino Unido promedió 9, en punto de importación de Alemania superó los 10 y la importación de gas natural licuado de Japón promedió 14.7. En el mismo período el gas de Alberta, Canadá se cotizó en 3.5 dólares y el precio de referencia de Reynosa promedió 3.86.
Esta disparidad de los precios pone de manifiesto que el mercado del gas natural es, fundamentalmente, regional. A pesar de que el gas natural empieza a viajar entre regiones en forma de gas natural licuado (GNL), el comercio internacional es todavía muy marginal y limitado, a diferencia del comercio del petróleo crudo. También se hace evidente que las economías de algunas regiones, como Norteamérica, han ganado competitividad, otras, como Europa y Japón, la han perdido en lo que toca a los precios del gas.
Lo anterior nos llevaría a pensar que México se encuentra frente a la gran oportunidad de traducir todas estas ventajas comparativas en motores para las diferentes cadenas productivas del país y estimulantes del desarrollo nacional, pero la realidad es que el aprovechamiento de este abundante recurso estratégico, se enfrenta con serias limitaciones y cuellos de botella en producción e infraestructura de transporte.
Esperemos, por el bien de México, que el nuevo sexenio se convierta en el de las “oportunidades logradas”. Un primer paso para esto es desarrollar una verdadera “política industrial y de desarrollo nacional” que ubique a México entre las economías más dinámicas y atractivas del mundo. Las bases están dadas: Estabilidad económica, deuda pública manejable, recursos naturales y energéticos abundantes, una fuerza de trabajo capacitada y competitiva.
El reto para la nueva administración es grande… la oportunidad de dar impulso al desarrollo del país está al alcance de su mano, de su visión y de su voluntad política.