Y es que como dice nuestra recién galardonada con el Premio Cervantes, Elena Poniatowska, en uno de sus comentarios editoriales de noticieros Televisa: “La televisión encumbra, la televisión deshace y rige el destino de un país”.
Por supuesto que es agradable saber que un mexicano triunfa, sobre todo si lo hace en el extranjero, pues generalmente los logros llegan basados en trabajo, dedicación y disciplina. Aquí el punto es cómo se clasificó al mundial, cuales fueron los argumentos futbolísticos con los que llegamos a Brasil 2014.
No podemos demeritar la labor de Miguel Herrera y sus águilas tricolores, pues a ellos se les dio la oportunidad cuando el barco estaba casi hundido por tantas malas decisiones de directivos y técnicos anteriores a su llegada.
Sin embargo, el combinado que el “Piojo” armó, basándose en los equipos América y León, pertenecientes a Emilio Azcárraga y a Carlos Slim respectivamente, se enfrentó a una valiente onceava neozelandesa, en un país donde el deporte nacional es el rugby. Pero no será lo mismo en Brasil.
El próximo 8 de diciembre será el sorteo que nos permitirá saber quiénes serán los rivales de la Selección Nacional, y como pasamos en repechaje, es decir, de “panzazo”, nos tocarán cabezas de grupo bastante complicadas. Seguramente nos esperan adversarios de la talla de España, Argentina, algún “león” africano, un “tigre” asiático o hasta el mismo anfitrión.
Es que una cosa es hacerse el “chafa” en Concacaf y luego ya no saber cómo sacar al buey de la barranca, y otra muy distinta es enfrentarse a los mejores equipos del mundo. Los que apuestan por un sistema de juego integral, los que toman decisiones a conciencia y en consenso, los que no permiten que un duopolio mediático tome las riendas no sólo de un equipo de futbol, sino de un país entero.
Hoy amanecemos clasificados a un mundial más, felicitaciones. La pregunta es: ¿Hasta dónde queremos llegar? ¿Hasta qué fase de la competencia aspiramos? ¿Seguiremos demostrando que cuando instituciones públicas o empresas privadas intervienen en los destinos de un atleta, su rendimiento baja a un nivel mediocre? ¿Seguiremos siendo el equipo del “ya merito”?
¿Cuáles serán nuestros argumentos técnicos? ¿O será a puro corazón… como dicta todo guión de telenovela? ¿Cuál será nuestro objetivo real? ¿Las ganancias generadas por derechos, transmisión y patrocinios o la excelencia deportiva?
¿Qué será de “El señor de los mexicanillos” y “El retorno del Tri”?