El Santo y la valiosa escuela seguida por su hijo

El Hijo del Santo, que anuncia su retiro de la lucha libre activa y, de paso, el inicio de un ayuno silverado que quizá nunca termine
Héctor Quispe Héctor Quispe Publicado el
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El Enmascarado de Plata no construyó solamente un mito, también edificó una escuela ejemplar de dignidad deportiva en una dinastía continuada por su primogénito El Hijo del Santo,  que anuncia su retiro de la lucha libre activa y, de paso, el inicio de un ayuno silverado que quizá nunca termine.

Esta columna 170 de Fan PRO se entrega el miércoles 22 de mayo de 2024, horas después del anuncio del gran heredero 42 años después de su irrupción en un espectáculo deportivo que tanto anhelaba. Por ser hijo del que quizá sea el más grande ídolo luchístico de la historia, sentía sobre los hombros un peso enorme.

Sin embargo, no se acercó mucho al casi medio siglo de vida entregado a los encordados, ya que don Rodolfo Guzmán Huerta luchó de 1934 a 1982.

Él mismo le dio el espaldarazo a su retoño al enterarse que a escondidas había comenzado a entrenar. Un total de 90 años con la suma de carreras continuadas el pancracio mexicano disfrutó de al menos un héroe plateado, una efigie apreciada por las multitudes que de inmediato la comenzarán a extrañar.

El #TodoXelTodo se llama la gira del adiós anunciada por El Hijo del Santo que iniciará el 22 de septiembre en la Arena Ciudad de México y continuará por el resto de la República. Será un día antes del natalicio de su padre, quien vio la luz el 23 de ese mes en 1917 en Tulancingo, Hidalgo.

Hijo de plata

Jorge Ernesto Guzmán Rodríguez nació el 2 de agosto de 1962 en la Ciudad de México.

Él mismo le contó a este columnista que cuando era niño no supo que su papá era El Santo, sino hasta los siete años de edad, cuando le pidió acompañarlo a un evento. En el camino se puso la máscara.

“Siempre fue un secreto en la casa porque mi papá nos veía chicos y pensaba que podíamos descubrirlo en la escuela. Hasta que él consideró necesario que lo supiera, así me lo hizo saber.

“Ese mismo día lo vi luchar y me enamoré para siempre de la lucha libre”, expone en una de las tantas afortunadas charlas para la elaboración de distintas piezas periodísticas.

Aunque en su etapa amateur luchó como Hombre Rojo y Korak, se trataba de la ruta a su gran destino, seguir con con la estafeta de El Santo.

Si algo caracterizó la fuerza del personaje del Enmascarado de Plata fue que se trataba de un héroe de carne y hueso, es decir, era el bueno de la película, quien en cada oportunidad enfrentaba al mal encarnado en delincuentes, monstruos, fantasmas y hasta vampiras que no lograban chantajearlo con su belleza.

Por eso es que no cayó nada bien que su hijo tuviera un periodo de rudo, ya que si bien su padre tuvo su periodo ríspido fue al inicio de su carrera. Finalmente, Jorge Ernesto manejó el lapso como un desvarío del alter ego.

Al final, al igual que su progenitor, supo llevar las bondades del personaje como un ser ejemplar que buscaba siempre hacer el bien, lo que fortaleció su marca personal.

Luego de luchar en los mejores foros de las principales organizaciones de lucha libre, como Triple A y el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), se volvió independiente, además de emprendedor, con un desarrollo interesante en el plano del activismo.

Fue nombrado embajador de marca de la Fundación Wild Coast, que busca proteger, cuidar y preservar las especies marinas en vías de extinción.

Marca registrada

El mayor de los poderes que distingue a El Santo siempre será su propio nombre. El intangible de salvador que predica con el ejemplo. Un héroe con nombre alusivo a lo religioso tiene mayor fuerza por ser referente a lo intachable. No puede existir un santo que se vea malo ni viceversa.

Por ello es que un atleta consumado con visión de negocio entendió muy pronto que alimentar a un personaje con este nombre era arriesgado y exigía mucha responsabilidad.

En este mismo espacio tuviste el análisis de los intangibles que hacen poderosas a las marcas deportivas, no obstante que el simple hecho de que esta actividad aglutina los mejores valores universales –el cultivo de la mente y del cuerpo generan salud personal, mientras que la ética del juego limpio y la competencia leal aportan la salud social– hacen que un deportista sea percibido automáticamente por los espectadores como un ser superior a los demás, pero también sujeto de admiración y seguimiento.

Los atletas con namings o nombres comerciales con referencias religiosas tienen más punch en sus marcas personales. CR7 suena bien como nomenclatura para los productos periodísticos, pero simplemente Cristiano es mejor y vende más en el merchandising. Si el ‘10’ lucía bien en los dorsales de Diego Armando Maradona, el sintético D10S fue implacable. La Pulga nunca fue un mote tan encantador para Lionel Messi como Messías.

Deportes como el futbol soccer, el más popular del planeta, tienen por sí mismos estructuras de las religiones ultra masivas: no hay admiración sin fe ni esperanza. Estos intangibles hacen realidad el ROI para la mayoría de las lovemarks.

El escritor Carlos Monsiváis elogió la inteligencia de Guzmán Huerta para pasar de las carencias de sus inicios al éxito de El Santo: “Rodolfo opta por el gran recurso de los niños sin recursos, el triunfo deportivo” (“Rituales del Caos”. Era, México, 2008, p. 125).

Aparte de sus tiendas de memorabilia, realizó un cómic de edición limitada y autorizó a Cartoon Network para que se realizara una miniserie de dibujos animados.

Todo esto fue posible gracias a que cuenta con el registro de marca de cada uno de los personajes iniciados por su padre.

“Mi padre registró su personaje por primera vez en 1968, ya muy tarde, pero en ese tiempo había mucho respeto, incluso en la lucha libre. Por ejemplo, si tu tenías un equipo plateado, un luchador no se atrevía a usar el color plata por respeto a El Santo. O si Blue Demon era azul, ¡pues tampoco usaban el azul! Sin embargo, después empezaron a brotar copias, y mi generoso padre aceptaba que se vistieran como él. Finalmente, la gente sabía que no eran El Santo. Entonces, fue cuando él decidió registrar a sus personajes como caracterización humana. Cuando me inicié en la lucha, lo primero que me dijo fue “vete a derechos de autor y registras El Hijo del Santo, registras Santo Jr., La Sombra del Santo, El Nieto del Santo… ¡Y hasta El Santo Segundo! “A mí se me hizo una exageración, pero me contestó: ‘Sí mijito, porque si yo ya me voy a retirar y tú vas a empezar a luchar, al rato va salir un Santo II o Santo III. “Así blindé la marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, siguiendo sus consejos, y logré proteger todo”.

Cuando Rodolfo murió, por un tiempo estuvieron libres los namings de El Santo y El Enmascarado de Plata se quedaron sin registro, pero gracias a que El Hijo del Santo estaba activo, no hubo quien se atreviera a violar la memoria de su padre. “Siempre hay buitres, pero afortunadamente la gente de registros fue limpia”, recuerda.

“Cuando yo fui a preguntar, me dijeron que sí los podía registrar”. Entonces yo tuve la buena idea de pedirle autorización a mi familia y a mis hermanos, porque nadie se quería hacer cargo del nombre.

“Es como una bolita de nieve, porque se trata de registrar todos los nombres de El Santo y luego hay que registrar la marca, la máscara, la playera y la gorra, es un montón de cosas y un dineral, pero bueno, es una manera de blindar un personaje de esta magnitud”, le dijo a quien esto escribe en una entrevista como parte de un reportaje para El Heraldo de México, publicado del 2 al 5 de mayo de 2018.

El Hijo del Santo tuvo problemas con su sobrino Axel, quien se ostentaba como El Nieto del Santo, sin su permiso. Por ahora, sólo autoriza y legitima a su hijo como Santo Jr., como único heredero real de la dinastía, aunque no ha mostrado la misma pasión por defender la dinastía en los cuadriláteros. #QueSeaLoMejor

Fuente externa: Reportaje del autor en El Heraldo de México; Fan Datos de CID Consultoría

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