Recientemente, el presidente Joe Biden dio a conocer que Jerome Powell se mantendrá al frente de la Reserva Federal (FED, por sus siglas el inglés) en un segundo mandato; se había especulado que Lael Brainard ocuparía el cargo de presidenta en el banco central estadounidense, sin embargo, Biden apostó por la continuidad de Powell y, de paso, mantener la calma en los mercados.
La facción demócrata dentro de la FED se habría pronunciado por un cambio en la titularidad, sugiriendo una mano más rígida a cargo de la política monetaria estadounidense, pero el presidente apostó por mantener el mismo engrane. Aunque el nombramiento de Brainard en la vicepresidencia podría representar un equilibrio dentro de la institución, sumándose a las voces de presidentes regionales como Richard Clarida, Christopher Waller y James Bullard, quienes han adoptado una postura “hawkish” –política monetaria restrictiva–.
El principal problema al que se enfrentará Jerome Powell en su segundo mandato es la tasa de inflación, que durante este año se disparó por arriba del 6 por ciento, la más alta en las últimas décadas; no obstante, el banco central estadounidense ha mantenido durante los últimos seis meses la retórica de que la subida de precios es transitoria. En el discurso del presidente de la FED y Brainard, ambos insistieron en mantener el poder adquisitivo de los estadounidenses, pero, ¿cómo controlar la inflación sin endurecer la política monetaria?
Algunos analistas desechamos el argumento transitorio desde el inicio del repunte inflacionario; los choques en la cadena de suministro, aunado a la fuerte inyección de liquidez por parte del banco central y el tesoro estadounidense, iban a traer consecuencias y la normalización en el nivel de precios aún se ve lejos. Además de enfrentarnos a otro tipo de inflaciones, como la salarial, ya que muchos estadounidenses se niegan a regresar al trabajo o, si lo hacen, exigen una alta remuneración.
La teoría económica nos dicta que, ante un espiral inflacionario, una de las medidas para contrarrestar
la subida de precios es aumentar la tasa de interés. ¿Qué pasaría si la FED comienza a normalizar la política monetaria? En un entorno de flexibilidad o complacencia monetaria como el actual, el subir las tasas sería una bomba nuclear para los mercados y la economía.
El mercado accionario mantiene una fuerte correlación con la postura de la política monetaria. La expansión cuantitativa y las tasas de interés cercanas a cero han alimentado el “rally” histórico en las bolsas estadounidenses, el cual ha contagiado a empresas sin un sustento fundamental y otro tipo de activos como las criptomonedas, por el lado corporativo miles de empresas sin grado crediticio han tenido fácil acceso al crédito, ¿qué pasa si se mueven las tasas?
La reducción de la liquidez disminuirá la euforia de los inversores y, en el caso de las empresas “zombie”, desencadenaría una explosión de impagos provocando un “shock” financiero; el cual, definitivamente tendría un impacto en la economía real. Entonces, la disyuntiva de la Reserva Federal sería mantener contentos a los mercados a costa de un espiral inflacionario u optar por una medida más dolorosa, pero necesaria.
Antes del experimento monetario llamado “QE”, que desvirtuó la relación entre la economía y los mercados financieros, se había demostrado que las tasas de interés, el crecimiento económico y el mercado de valores podrían caminar en el mismo sentido; sin embargo, la misma Reserva Federal, con la impresión masiva de dinero, se ha encargado de descorrelacionar a estas variables.
Esta nueva era se puede considerar una de las más importantes en la Reserva Federal. Jay está ante el reto más importante como banquero central, la política monetaria estadounidense se sostiene entre pinzas, Jerome Powell enfrentará meses cruciales y se encuentra en un hilo muy delgado: entre salir ileso o ser el causante de uno de los peores accidentes en los mercados financieros en la historia de los Estados Unidos.