El que a dos amos…
El porcentaje de embajadores que provienen del caudal político sin raíces en el servicio exterior, ha venido creciendo, ello, tras acomodar a los de casa. Pero ahora los vecinos también quieren su cuota, y, quizá, con algún derecho no escrito, exigen al canciller un número sustantivo de nombres albicelestes para ocupar importantes posiciones en el extranjero.
Lamentablemente la política exterior mexicana se ha desdibujado sin que queden claros sus pilares, ya que muy al estilo del canciller, tiene algo para todos y no tiene fisonomía propia.
Gabriel Reyes OronaEl porcentaje de embajadores que provienen del caudal político sin raíces en el servicio exterior, ha venido creciendo, ello, tras acomodar a los de casa. Pero ahora los vecinos también quieren su cuota, y, quizá, con algún derecho no escrito, exigen al canciller un número sustantivo de nombres albicelestes para ocupar importantes posiciones en el extranjero.
Lamentablemente la política exterior mexicana se ha desdibujado sin que queden claros sus pilares, ya que muy al estilo del canciller, tiene algo para todos y no tiene fisonomía propia.
Parecería exagerado, pero de atenderse la pretensión del líder senatorial azul, algo parecido al 40% de los puestos estarían ocupados por políticos con carreras terminales, ante el silencio cada día más forzado de los embajadores que si trabajan.
Al cabo de un año se recogen en la memoria de la dependencia un sinnúmero de reuniones de “alto” nivel que no van más allá del bullicio en la semana en que tienen verificativo. Quedan sólo altos costos de ceremonial y atenciones para los asistentes. Así es, la capacidad para organizar eventos fue la nota que granjeó a Meade la silla, pero es claro que los acuerdos que se han venido firmando -además de nombres ostentosos- tienen gran vocación para rellenar los cajones de la SRE.
A veinte años de la firma del TLC, sus reservas siguen la ruta trazada originalmente y pronto tendrán efectos inmediatos sobre la balanza comercial, sin que exista proyecto que atienda la inminente apertura violenta en algunos sectores. La relación protocolaria con China no ha paliado, y mucho menos, atendido la avalancha de productos que por la vía formal y la informal inundan el país con productos de dudosa calidad, y ahora, con señalamientos de uso de desechos y materiales sospechosos.
La Secretaría de Economía y la Cancillería están tan ocupadas en documentar maletas, que no han tenido oportunidad de formar una agenda que propicie el desarrollo del empresariado nacional, haciendo doctorado en formación de discursos de buenas intenciones.
Embajadores que violentan el texto constitucional percibiendo sueldos por encima del Ejecutivo Federal, no son ocupación de Meade, quién seguro dirá que al dinero presupuestal y a los servidores públicos no les aplica la ley mexicana en el extranjero. Lo contrario sería insostenible, ya que él fue el precursor de la formación de cuentas, fondos y vehículos en el exterior para sustraerlos de la fiscalización nacional y silente testigo de la fuga de recursos acopiada por Proméxico en la pasada administración.
Cien años de servicio exterior mexicano ven que la tecnocracia regresa a la cancillería, pero ahora con la determinación de hacerla parte del aparato establecido por quienes, desde el 82, se apoderaron de las instituciones. Aún faltan dos años para que el relevo en el Banco de México distraiga a Meade de su misión, pero lo incierto es qué quedará del cuerpo diplomático para entonces.
Pero la OCDE, el FMI y el BM, tienen la cuota asegurada.